Termina el año 2012 y al parecer se cierra un ciclo para el país. Se siguen descorriendo velos y van quedando al descubierto las insuficiencias de diversas instituciones anquilosadas. Al mismo tiempo se consolida el rechazo al abuso de poder, al tráfico de influencias, al lucro en la educación, la corrupción de todas las formas de poder, pero también a la discriminación por orientación sexual, a la violencia sexual, al abuso infantil, a la trata de personas.
De la indignación y movilización masiva en las calles del año 2011, pasamos a fuertes demandas ciudadanas -contra el centralismo, el deterioro del medioambiente, la educación superior, etc.- y el país entró de lleno al calendario electoral, con elecciones municipales el 2012 y parlamentarias y presidenciales el 2013.
Los resultados de la elección municipal, con 60% promedio de abstención, revelaron que la indignación se podía expresar también en las urnas, cuestionando un gastado sistema político y su “democracia de baja intensidad”, tan baja que no convoca siquiera para votar.
Al mismo tiempo, la práctica de algunas elecciones primarias mostró un camino para la recuperación del sentido de la participación política democrática. Con gusto a poco, puesto que la ciudadanía aspira a grandes cambios, como es contar con una nueva Constitución Política.
Termina el año con una Ley de elecciones primarias y se aprestan distintos candidatos y una candidata presidenciales para participar en ellas.
Se abre también el debate sobre las primarias para decidir candidaturas al Parlamento. Comienza así un nuevo ciclo político en que los partidos deberán demostrar que han aprendido la lección de los últimos años: principalmente que la democracia necesita la participación de todos los actores sociales y que los movimientos sociales son claves para construir una mejor sociedad, una mejor democracia, aquella que anticipan con sus propuestas, acciones y prácticas, como lo han demostrado los estudiantes.
Los partidos, precandidatos y precandidatas rendirán en los próximos meses una verdadera Prueba de Aptitud Democrática en sus propuestas programáticas y en sus listas de candidatos y candidatas al Parlamento.
¿Cuántas mujeres, jóvenes, representantes de los pueblos originarios y los movimientos sociales llevarán en sus listas?
¿Comprometerán las reformas que la ciudadanía pide día a día: nueva Constitución, reforma tributaria, igualdad de género, educación pública gratuita y de calidad, entre otras?
Sin encuestas de opinión pública de Adimark y cuando el país asiste a una nueva crisis de gobierno, se confirman el valor del juego democrático en que la soberanía vuelve al pueblo y la política debe responder a las demandas ciudadanas.
Es así entonces que la ciudadanía tendrá la oportunidad de evaluar a los partidos y precandidatos y lo hará con su participación, con sus preferencias o mediante la abstención en estos procesos electorales.