Estos días son diferentes en el Hogar de Cristo, aún cuando más de 530 programas desde Arica hasta Punta Arenas siguen funcionando, miles de trabajadores y voluntarios redoblamos nuestros esfuerzos cotidianos para no fallar y poder seguir respondiendo a las expectativas de más de 27 mil personas que esperan una nueva oportunidad.
Durante este periodo se definen cosas importantes… es urgente, necesitamos que la gente tome la decisión de ayudar y se comprometa con nuestra campaña de los mil millones.
No cumplir esta meta significa no poder atender a una tarea que no puede esperar.
A menos de tres días de finalizar nuestra campaña de donaciones –con bajos cómputos – y camino a una importante entrevista que nos permitiría llegar al corazón de miles de chilenos y chilenas, pensaba en lo necesario e indispensable que era el poder transmitirle a todo mi país la inmensa necesidad que tenemos.
¿Cómo le podía traspasar a Chile la sonrisa de cada una de las personas que veo diariamente a través de nuestras obras?
¿Cómo podía contagiar a quienes aún no se habían comprometido con los casi 2 millones y medios de rostros que viven la dura realidad de la pobreza?
Comprender que si nuestra institución no llega a la meta, no sólo pone en juego una cifra de dinero, sino más bien la vida de miles de padres, hijos o hermanos, no es fácil.
Probablemente muchos mitos nos juegan en contra, tales como “que vivimos pidiendo ayuda”, “que somos muy grandes” y “que nos sobran los recursos”.
Desde el corazón les digo, cada uno de los pesos que el Hogar de Cristo recibe son usados con total responsabilidad. El Hogar de Cristo funciona gracias al compromiso de miles de personas y sin este aporte la obra no sería posible.
Durante estas semanas hemos intentado sensibilizar sobre lo relevante que es la ayuda que la ciudadanía le entrega año a año la fundación.
Por ejemplo, atender a un adulto mayor en un Programa de Atención Domiciliaria cuesta alrededor de $80.000 mensuales, nosotros atendemos a más de 3.200 de ellos, por lo que el gasto anual sólo en estos programas alcanza a más de 3 mil millones de pesos.
Sin las colaboraciones no sería posible hacer lo que hacemos.
Si no llegamos a la meta se nos abre un inmenso problema. Porque reitero que lo que está en juego no son chauchas más o chauchas menos, son vidas humanas que confían en que mañana de nuevo estará ese hermano, ese compañero de ruta, en la lucha por una vida más digna.
No cumplir esta meta significa tal vez, no poder estar cuando alguien nos espere. El Hogar de Cristo es una obra de amor de todos los chilenos, hazte parte y ayúdanos a ayudar.