En los últimos años el desarrollo económico se ha hecho cada vez más evidente en Perú. A pesar de los vaivenes políticos y de los problemas de eficiencia del Estado, se han logrado generar políticas macroeconómicas que brindan estabilidad y finalmente mayor desarrollo en el país. Sigue siendo el Perú un país con pronóstico positivo en un turbulento panorama económico internacional y con altas expectativas en América Latina por su rol en el mercado del Pacífico.
Desarrollo sin inclusión ha sido la principal deuda del proceso de las últimas décadas que trajo de la mano la elección del actual presidente Ollanta Humala que proponía inclusión, equidad y desarrollo con responsabilidad.
Los más pobres del país votaron por el candidato Humala pensando que serían parte de las preocupaciones del gobierno, los más ricos declaraban su fastidio y preocupación frente a propuestas que sonaban izquierdistas.
En poco tiempo las cosas han cambiado mucho. Más allá de las negociaciones políticas, de los múltiples cambios en el gabinete y de las peleas mediáticas entre los diversos actores sociales, la duda principal es si aún queda en el gobierno la preocupación por la inclusión y el desarrollo con responsabilidad.
El proceso de CONGA es un ejemplo excelente para describir el proceso nacional. El gobierno se encontró con un proyecto aprobado y en camino que tiene serios impactos ambientales y sociales.Con una inversión de real importancia y vinculación con múltiples actores nacionales de relevancia. Con una ciudadanía exaltada por décadas de abandono y sensación de explotación por parte de las empresas extractivas. Y por un deterioro de los liderazgos locales marcados por el aprovechamiento, la generación de conflictos y la poca mirada constructiva.
Sin mencionar la corrupción a todo nivel y la nula definición de una estrategia país que piense en desarrollo a largo plazo, descentralización efectiva y especialmente integración de todos en los beneficios del desarrollo.
El Presidente en algún momento habló sobre la dicotomía entre oro y agua ejemplificando la necesidad de inversión pero con cuidado de las comunidades y del medio ambiente.¿Qué hacer? A veces lo perfecto es enemigo de lo bueno, a veces esperar permite avanzar con mejores condiciones, a veces pensar antes de actuar es una buena receta.
Este pareciera ser el caso, por que un mal manejo de esta situación tendrá consecuencias dramáticas en términos de mayor conflictividad social, posible retiro de la inversión privada y en el mediano plazo una paralización de las actividades necesarias y urgentes del gobierno.
El desarrollo del Perú no depende de un proyecto específico pero la forma como el gobierno actúe al respecto mostrará cual son sus prioridades y capacidades de acción.
Lo que está en juego no es un proyecto minero sino un proyecto de país, los líderes nacionales desde todos los espacios deben reconocerlo.