Los orígenes del descontento ciudadano podemos encontrarlos en los profundos cambios que han ocurrido en la sociedad chilena, que obligan a reformular no solamente los diagnósticos sino también a re discutir y ojalá consensuar las prioridades nacionales.
El país cambió radicalmente gracias al crecimiento económico, pero ello también afectó la composición de las demandas sociales; el tipo de bienes públicos que la ciudadanía requiere y, paralelamente, fue acumulando crecientes dificultades que no se supo o no se quiso enfrentar, a pesar que la mejoría de los niveles de bienestar se hacía cada vez más lenta.
Existe un sentimiento cada vez más explícito en relación a que la vida social es insatisfactoria para la mayoría de la población chilena, especialmente por el predominio del individualismo y el aislamiento personal.
a) La principal causa de la crítica social es la desigualdad de todo tipo que existe en la sociedad chilena, con algunos rasgos demasiado notorios: injusticia, discriminación, abusos y ausencia de solidaridad.
b) La concentración productiva ha crecido hasta extremos que entraban el desarrollo integral del país.
c) La concentración del poder y las decisiones en Santiago han llegado a un límite tal que se impone la necesidad de una auténtica regionalización, real y no meramente formal.
d) Los cambios ocurridos en el país y en el mundo obligan a una urgente modernización del Estado, que denota signos de ineficiencia y obsolescencia.
Como se puede observar, en Chile se han ido acumulando una serie de problemas que están en el origen de las movilizaciones que explotaron recientemente.
De la disconformidad soterrada hacia “el modelo”, se pasó a la etapa de la protesta directa, del “junten rabia” a “los indignados”.
Tal como lo expresara Ernesto Sábato en su último libro Antes del Fin, “miles de personas, a pesar de las derrotas y los fracasos, continúan manifestándose, llenando las plazas, decididos a liberar a la verdad de su largo confinamiento. En todas partes hay señales de que la gente comienza a gritar: ¡Basta!”
Es claro que en este proceso también han influido las protestas ocurridas en otros países, tanto en los más desarrollados como en algunas naciones árabes.
Sin embargo, en el caso chileno priman factores internos, ya que se han dado en dos años en que la economía ha estado creciendo con rapidez y el desempleo se ha reducido, por lo tanto, el descontento tiene causales más profundas y, en consecuencia, difíciles de remediar y de consensuar las soluciones.
En una frase: la estrategia de desarrollo que Chile siguió desde la vuelta a la democracia no da para más, está agotada.
Las movilizaciones han tenido otros efectos que conviene resaltar, partiendo por evidenciar que la institucionalidad se ha debilitado profundamente, hasta el extremo que la poderosa invocación del Presidente Lagos, “dejemos que las instituciones funcionen”, ha ido perdiendo validez.
Toda la institucionalidad está siendo gravemente cuestionada: el Gobierno y la Oposición; el Parlamento; el Poder Judicial; la Contraloría; los partidos políticos, tanto de la Alianza como de la Concertación; el gran empresariado y sus gremios; la Iglesia Católica; la familia, el matrimonio y la paternidad, son algunas entidades cada vez más objetadas.
Cuando la institucionalidad pierde legitimidad empieza a surgir la anarquía y, en un contexto de intranquilidad social y de insatisfacción, es escuchado el que grita más fuerte, no necesariamente el más débil y el que tiene derechos prioritarios para el país.
Cuando se enfrenta a un Gobierno debilitado y que se guía por lo inmediato y por las encuestas de opinión, las respuestas tienen un alto contenido de populismo, como ha ocurrido ante las movilizaciones estudiantiles y regionales.
Uno de los riesgos es que el país entre en un callejón de soluciones rápidas y superficiales, de no enfrentar los temas importantes.
En Aysén, otorgar mayores cuotas de pesca, aumentar los subsidios para el consumo de leña, entregar la bonificación por empleo de la mano de obra al trabajador y no a la empresa, son ejemplos de “soluciones fáciles” para adormecer el descontento, pero no se plantea, discute, ni se buscan alternativas al tema central: la debilidad de las regiones y la dictadura de Santiago.
A los estudiantes, aumentar la cantidad de becas y créditos, sin abordar temas como la calidad, acreditación, los sistemas de acceso o el fomento de los programas de Ciencia y Tecnología y artísticos-culturales.
De esa manera se acumulan razones para que las protestas se vayan acrecentando, hasta el extremo que el país se vea enfrentado a una auténtica crisis de difícil solución.
O quizás a algo aún más grave: la mediocridad hacia el futuro y alguien tendrá que escribir “Chile el país de los desarrollos frustrados”.
…Y la guinda de la torta: Colo Colo pierde 5×0 con la U.
Leer versión extendida en: http://www.asuntospublicos.cl/2012/03/aysen-y-el-mar-de-fondo/