El Director de Turismo y Relaciones Públicas de la Municipalidad de Viña del Mar en 1960, el descendiente de genovés Carlos Ansaldo, tenía en la retina el Festival de SanRemo, iniciado en 1951 en la Región Liguria (Italia), cuando tomó la iniciativa de echar a andar el evento viñamarino que año tras año pone el broche de cierre a las vacaciones de verano en nuestro país.
Ansaldo sabía que el certamen italiano estaba sosteniendo e impulsando lo que rápidamente se convirtió en la poderosa industria musical que hegemonizó sin contrapeso el mundo del espectáculo y de la producción musical y discográfica hasta la aparición de los Beatles, punto de quiebre universal en este próspero mercado.
Por eso, en sus inicios, el Festival de Viña del Mar se centró en la competencia y no en el show, para estimular la creación de un estilo musical chileno que diera paso a una industria discográfica.
Hasta 1967 sólo se aceptaban propuestas musicales de autores chilenos.
No fue casualidad entonces que el primer animador de este evento haya sido el locutor y productor artístico Ricardo García, de gran trayectoria en la creación de movimientos musicales en nuestro país, y del también locutor Raúl Matas, creador de un estilo inconfundible de calidad y de pulido lenguaje en la radio difusión nacional de hasta 30 años atrás. Se trataba de impulsar una industria cultural hasta el momento muy incipiente.
Fue así como los temas ganadores de esas primeras ediciones festivaleras trascendieron las fronteras como el caso de la canción “Comunicando”, que en 1960 interpretó Arturo Millán, obteniendo un premio en Viña y ganando nada menos que el primer lugar en el Festival de la Canción española de Benidorm, Valencia.
Empezaba a florecer una nueva realidad en la que los artistas chilenos podían acceder a los principales escenarios mundiales, estimulados por este magnífico evento viñamarino. Así llegó Antonio Prieto a SanRemo, invitado especialmente a compartir con el gran Gino Paoli la interpretación de una canción en competencia: “Ieri ho incontrato mia madre” (Ayer encontré a mi madre).
Ese antiguo Festival de Viña, que sí era festival, sembró hacia el futuro, incluso para las décadas en las cuales la televisión lo estaba mutando hacia el show para la pantalla y el “rating”. Son inolvidables las creaciones musicales de Julio Zegers (1970, 1973), Fernando Ubiergo (1978) y Juan Carlos Duque (1982) que, desde la Quinta Vergara, se instalaron en nuestra historia musical.
Pero mientras Viña derivaba en un mero espectáculo de prolongadísima duración y abandonaba la finalidad que le había señalado su fundador Ansaldo, en sentido exactamente contrario, SanRemo reforzaba su carácter de promotor de la canción italiana y fundaba la “Accademia di SanRemo” o la SanRemo Productions Academy, institución formadora de grandes valores musicales italianos, como un polo de perfeccionamiento que busca transformar el talento en profesión.
Es cierto. Sanremo no es el mismo de los ’60 y los ’70 pero sigue gravitando en el lanzamiento de los más grandes de la música italiana como las estrellas actuales: Andrea Bocelli, Laura Pausini, Zucchero, Eros Ramazzotti y Tiziano Ferro, entre otros. Pero también influye indirectamente en grandes cantantes internacionales a través de sus canciones.
El ejemplo más claro y más reciente es el cover “No me ames”, la mejor tarjeta de presentación de Jennifer López y Mark Anthony, composición original de Aleandro Baldi quien ganó la edición juvenil de SanRemo 1992 con este tema (Non amarmi) cantado con Francesca Lotta.
Y para muestra, un botón.
En 2010 Viña del Mar, en un giro nostálgico, eligió a la mejor canción de todos los festivales del mundo, poco antes del terremoto del 27F: Ganó “Nel blu dipinto di blu (Volare)”, ganadora de SanRemo 1958 en las versiones de Domenico Modugno y Johnny Dorelli. Italia ha ganado 8 ediciones del Festival de Viña, ubicándose en el segundo lugar después de Chile, obviamente.
Viña ya no tiene Festival. Si los músicos chilenos quieren despegar, Viña ya no fue.
Es hora de que la Sociedad Chilena del Derecho de Autor, SCD, y muchos más empiecen a mirar la experiencia de Sanremo y a buscar nuevos derroteros para retomar la senda del “tano” viñamarino Carlos Ansaldo.