Lo dice, con su modo característico, el presidente de Renovación Nacional, Carlos Larraín.
Y tiene razón, la derecha no mata por tan poca cosa. Al fin y al cabo, para ellos, un sistema electoral es un puro método de distribuir el poder político de una forma que no afecte gravemente la distribución del poder económico, de la riqueza, de los ingresos.
Para matar tenemos que estar hablando de propiedad. De tierras, de fábricas, de minas, de barcos, de edificios. Matar, pudiera ser, pero sólo por cuestiones clave, como esas, no por reglas electorales.
El 11 de septiembre de 1973, las ejecuciones sumarias, los desaparecidos, los cadáveres lanzados al mar, no tenían nada que ver con reglas electorales.
Para pensar en el momento actual, tampoco tuvo que ver con reglas electorales el homicidio de Matías Catrileo en el territorio mapuche. Matar, bueno, matar, sólo cuando hablamos en serio, de cuestiones serias… La propiedad… El capital…
No es que a la derecha no le importe cómo se norman las elecciones. Le importa. Y lo demuestra con su resistencia de 24 años a cambiar el sistema binominal.
Es cierto que en algunos tramos de este largo período algunos concertacionistas han mostrado poco entusiasmo por modificarlo y que la Concertación como tal se comprometió con reformas constitucionales como la mal llamada “nueva Constitución” de 2005, que contradicen el ánimo que ahora expresa (¡que hay que celebrar!) y que sustentaron el binominal (fue removido de la Constitución, incorporado a la Ley de Elecciones y se le fijó un quorum que hiciera imposible modificarlo sin la anuencia de la derecha).
En ese coloquial modo de hablar del presidente de RN lo que la derecha seguramente hará es buscarle la quinta pata al gato.
Entonces, lo más seguro es que proponga una reforma electoral que no altere nada sustancialmente, que calme cualquier inquietud de los dueños de todo.
A lo mejor hasta puede ser un avance, comparada con la aberración binominal.
Pero no debemos dejar que nos emborrachen la perdiz: el país requiere una Nueva Constitución, un sistema electoral que abra el abanico representativo a todas las formas de pensar y un modelo de participación política que incorpore formas eficaces de consulta y decisión directa de los ciudadanos.