En las últimas semanas el conflicto Anglo-Codelco nos ha dejado ver una ZOPA o zona de posible acuerdo, donde la solución que se vislumbra va por el lado de los negociadores, más que por el judicial.
En este escenario, Codelco debe tomar la decisión de qué vale más la pena: una compañía operada con estándares multinacionales, en la que tiene una participación menor, aproximadamente un 25%, a un precio bajo, o, cerca de un 50% de una compañía con conflictos entre sus propietarios que seguramente obtendrá a un precio mayor y cuyos estándares de operación serán inferiores.
Nadie desafía la claridad de la redacción del contrato de opción residual, todo jurista destacado apoya la posición de Anglo, lo leí y viene hasta con ejemplos por si fuera difícil de interpretar, todos los comentarios de Codelco tienen que ver con cuál es el fondo o el espíritu del contrato, conceptos que se invocan en casos cuando el texto no te favorece.
El sobreprecio que obtuvo Anglo con la venta del 24,5% a Mitsubishi es del orden de US$ 2.015 millones. Es decir, hay un pozo gigantesco de dinero por el cual pelearse.
Si Codelco pudiera ejercer el 100% de la opción de compra significa una transferencia de valor de Anglo a Codelco por US$4 billones. Con el 1% de este monto se pueden contratar muchos abogados.
Los juristas no solucionarán este problema, la solución será una negociación comercial entre las partes, en la que Codelco terminará pagando más que el precio de ejercicio de la opción por el 49% a la que tenía derecho en enero del 2012 o bien, comprará menos porcentaje. Ojo que pagar más que el precio de ejercicio puede seguir siendo un excelente negocio para la estatal.
Los abogados apoyarán en esta fase inicial de la negociación con todas las acciones fuera de la mesa de negociación, es decir, los cañonazos de salva que muestran la disposición a enfrentarse, pero que no se llegarán a aplicar.
Estas acciones son por ejemplo, algunas que ya hemos visto, prohibiciones de enajenar más porcentaje por el lado de Anglo, prohibiciones de ejercer la opción de compra en enero por parte de Codelco.
El caso es que una de las partes es el Estado y otra es una multinacional. Anglo necesitaba caja rápida para pagar la adquisición de DeBeers a la familia Oppenheimer y obtuvo ese dinero de Mitsubishi.
El Estado de Chile ha sometido a lo que se podría interpretar como presiones políticas a Anglo. En cualquier caso, previendo este escenario, Anglo ya debe haber hecho el cálculo de lo que significa abandonar el país.
En lo que esta multinacional es experta, más allá de la explotación de cobre, es en análisis político. No me extrañaría que Anglo venda el 49% a Codelco y decida posteriormente vender el restante 25.5% a un tercero a su valor de mercado (US$22 billones valor compañía), perdiendo en toda la operación US$2 billones, pero no los US$4 billones implícitos en la venta a Codelco.
En cualquier caso en toda negociación, el que amenaza y “se pica” pierde.
No obstante, el conflicto ya deja ver una ZOPA, es decir, una zona de posible acuerdo, donde, lo más probable, es que los abogados den paso a los negociadores y comience la verdadera disputa.