El Ministro de Educación utilizó la expresión “acuerdo tácito” para definir la relación con la oposición cuando ésta se abstuvo en el Senado al votarse el presupuesto de Educación. Cuando lo leí me pareció un término inquietante.
El diputado socialista Marcelo Díaz ha confirmado mi inquietud hace sólo unas horas al afirmar que los senadores concertacionistas cometieron un error porque al no votar, en vez de votar en contra y hacer valer su mayoría, posibilitaron la aprobación en la Cámara del Presupuesto educacional.
Efectivamente, le bastó al gobierno convencer a tres parlamentarios (dos independientes y un tercero que se pensaba adhería al PRO aunque al parecer no era así) para aprobar su propuesta presupuestaria.
Los dardos se han concentrado en los tres diputados que se dejaron convencer. Sin embargo, la responsabilidad política principal corresponde a la Concertación y sus senadores, como lo ha señalado claramente el diputado socialista Díaz.
Todos los conflictos buscan salida, como aguas apretadas en un contenedor, vía desbordes, evaporaciones u ordenamientos. Pero, más allá de este episodio el conflicto en torno a la educación ha establecido varias certidumbres.
La primera es que no ha terminado: los estudiantes y sus dirigentes se preparan responsablemente para continuar su batalla, capitalizar lo que han ganado y desde allí emprender nuevos desafíos.
La segunda es que la firmeza de una convicción ha mostrado ser una gran fuerza: el movimiento ciudadano ha ganado el sentido común de los chilenos y ha puesto las cuestiones estratégicas como objetivos permanentes.
La tercera es que, una vez más, el ejercicio de la política por sus actuales titulares ha sido deplorable.
En este último ámbito, la perla de la corona es esta idea de “acuerdo tácito”.
No sé si el Ministro Bulnes ha usado esta expresión por ingenuidad o inexperiencia o si, en cambio, por ser todo lo contrario a un ingenuo ha querido exponer públicamente la ambigüedad de la Concertación.
El hecho es que, en la autorizada aunque no infalible palabra del Ministro, fue ese “acuerdo tácito” el que permitió una salida más expedita a las pretensiones del gobierno de derecha.
Es preciso que los ciudadanos sepan cuál es la realidad, si la actitud concertacionista fue un error, como benevolentemente lo llama el diputado Díaz, o fue un esquema intencionado que permitía a la Concertación mantener la imagen de un matrimonio avenido y al mismo tiempo “darle una manito” al gobierno.
La pregunta está planteada: ¿hubo o no “acuerdo tácito”?