Se cumplen estos días 75 años de una de las grandes gestas del siglo XX: la creación de las Brigadas Internacionales.
En el otoño de 1936, cuando las tropas fascistas avanzaban sin apenas resistencia hacia Madrid desde el sur y el norte, la III Internacional logró aglutinar la inmensa solidaridad que la causa de la República Española despertó en todos los confines del planeta.
Alrededor de 35.000 luchadores antifascistas, de 53 países diferentes, combatieron en los frentes y trincheras de España en defensa de la democracia, la libertad, la justicia social y la cultura.
A muchos de ellos (alemanes, italianos) les movía la caída de su país en manos del fascismo y el decisivo apoyo militar de Hitler y Mussolini a Franco.
A otros la vergüenza de la pasividad del Gobierno francés y la hostilidad de Londres hacia el proyecto político del Frente Popular.
Todos intuían que el nazi fascismo no se detendría en España, que una nueva conflagración mundial estallaría si la sombra negra no era detenida. Todos sentían que su destino y el destino de su clase se jugaban entonces en las tierras de España.
En septiembre de 1936, como explica Ángel Viñas en su monumental tetralogía sobre la contienda, la República tenía ya perdida la guerra.
Así lo percibieron el presidente Azaña y numerosos observadores internacionales.
Las tropas sublevadas, tras desplegar una brutal política de tierra arrasada en Andalucía, Extremadura y Castilla, estaban prestas a cercar Madrid.
Y, sin embargo, la República aún pudo resistir dos años y medio más.
Y, sin embargo, el pueblo republicano dio una lección al mundo al plantar cara a la acometida fascista.
Pesaron en ello tres factores. En septiembre, Stalin decidió ayudar con importantes suministros militares a la República y se decidió la creación de unidades internacionales que combatieran en España.
También Franco demostró muy pronto su intención de forzar una guerra prolongada para exterminar a la base social y política republicana y detuvo momentáneamente el avance hacia Madrid para ganar Toledo.
Y, en tercer lugar, en octubre y noviembre de 1936 tuvo lugar la gesta homérica de la Defensa de Madrid, en la que las Brigadas Internacionales tuvieron un papel político, militar y moral decisivo.
Con una población aterrorizada por los bombardeos de la aviación fascista, espantada por los relatos de los refugiados que habían sobrevivido a la crueldad infinita de la “Columna de la Muerte” en Extremadura y Andalucía (como relata Paul Preston en El holocausto español) y a pesar de la huida del gobierno de Largo Caballero a Valencia, el pueblo madrileño, los milicianos, los militares leales y los primeros Voluntarios de la Libertad (la XI Brigada Internacional) supieron detener a los golpistas en la Ciudad Universitaria, en la Casa de Campo, en la Dehesa de la Villa.
A partir de aquellas jornadas épicas de resistencia contra el fascismo (noveladas magistralmente por Almudena Grandes en El corazón helado), las Brigadas Internacionales ofrendaron sus ideales y su sangre en todas las batallas: Málaga, Jarama, Guadalajara, Brunete, Belchite, Teruel, el Ebro, la defensa de Cataluña…
Los nombres de sus batallones pertenecen a la leyenda: Comuna de París, Thaelmann, Hans-Beimler, Chapaiev, Dimitrov, George Washington…
Y en la XV Brigada Internacional, la Abraham Lincoln, Oliver Law se convirtió en el primer afroamericano en comandar una unidad militar integrada por blancos.
Este comunista estadounidense (veterano de la I Guerra Mundial) murió en la batalla de Brunete, en julio de 1937, muy lejos del territorio que le vio nacer, pero habiendo conquistado su dignidad de hombre libre defendiendo la causa de la República Española.
Ayer la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales convocó a la inauguración de un monumento que rinde homenaje al valor y el compromiso con la democracia de los Voluntarios de la Libertad.
Se trata de una sencilla y hermosa estela, con la estrella roja de tres puntas que fue su símbolo, que se eleva al cielo en lo que fue uno de los frentes cruciales de la Defensa de Madrid: la Ciudad Universitaria.
Al acto asistieron cuatro de los últimos veinte interbrigadistas que aún viven, 75 años después, que aún levantan el puño, emocionados, al ver la hermosa bandera tricolor por la que lucharon.
Lo dijo Dolores Ibárruri, Pasionaria, en su discurso de despedida a las Brigadas Internacionales, en Barcelona, el 1 de noviembre de 1938 (en una maniobra del gobierno del doctor Negrín para intentar que Franco renunciara al apoyo exterior de las potencias fascistas): “Sois la historia, sois la leyenda, sois el ejemplo heroico de la solidaridad y de la universalidad de la democracia…”.
Muy pronto ya no quedará vivo ningún soldado de las Brigadas Internacionales. Pero cuando reconquistemos la República en España, recordaremos con emoción a aquellos camaradas que vinieron a luchar con nuestros abuelos y cuya memoria representa los valores y los sentimientos más nobles del ser humano.
Y ese día luminoso, nuestro anhelado 14 de Abril, gritaremos, como nos pidió Dolores Ibárruri: “¡Vivan los héroes de las Brigadas Internacionales!”.