Abuela, tú siempre me has enseñado que es importante tener en “quién confiar”.
De niño, en el pequeño pueblo donde vivíamos, tú me decías que si me perdía, debía ubicar a un carabinero, acercarme y decirle cómo me llamaba y dónde vivía.
“Siempre busca la comisaría, por ningún motivo la Iglesia”. Nunca me olvidé de eso (imagino que muchos chilenos fuimos educados así).
Abuela, supongo que me lo enseñaste influenciada por el recuerdo de mi abuelo policía de quien nunca te cansaste de contarnos cuánto lo querías.
Mi abuela me escuchó en silencio y no dijo nada.
Yo seguía leyendo las noticias:
“Sería inaceptable que un carabinero estuviese involucrado en la muerte del menor”, dijo el Ministro Hinzpeter.
“Entre los violentistas y los carabineros, yo le creo a carabineros”, dijo el diputado Cardemil.
“No lo estamos culpando por la muerte del joven Manuel Gutiérrez sino que es responsable de haber utilizado su arma y no haber dado cuenta, de haber repuesto la munición y haber limpiado el arma”, dijo el General de Carabineros José Luis Ortega.
“Me he entrevistado con el comisario del sector, con el prefecto de la repartición, y descarto de plano la participación de Carabineros, al menos disparando armas de fuego”, dijo el General de Carabineros Sergio Gajardo.
Hacía días que no conversaba de carabineros con mi abuela; desde el encapuchado descubierto por los estudiantes en Valparaíso, el que fue “rescatado” por la guardia del Congreso.
Sé que ella es muy sensible a este tema.
Abuela: ¿viste el video que mostró la televisión donde un policía camina hacia la puerta del sindicato de Carteros de Correos y entre los que estaban en ese lugar procede a tirar una bomba lacrimógena al interior del recinto? Me miró y asintió con su cabeza.
Seguí leyendo y haciendo comentarios en voz alta: mucho me parece que este carabinero, que fue dado de baja, no puede haber estado solo al momento de disparar. Algún otro policía debe haber estado con él y en conocimiento de los disparos del “arma de servicio”.
Yo creo que esos policías son cómplices o encubridores del que disparó. Abuela: ¿tú crees que también los darán de baja?
No me contestó. Ni siquiera movió su cabeza.
Bueno abuela. Aún no es seguro que el policía que disparó sea quien mató al joven Manuel Gutiérrez. Si bien el calibre del arma coincide, se debe esperar el informe de las pericias y del servicio médico legal.
Abuela, recuerdo que en los oscuros tiempos de la dictadura me decías que había “malos policías” y que eran la inmensa minoría. Que los más eran sacrificados profesionales que se dedicaban a mantener el orden y lograr que todos nosotros pudiésemos dormir tranquilos.
Abuela, recuerdo haberte visto enseñando a mis hijos a memorizar su dirección, diciéndoles que si se pierden deben buscar a un carabinero y, al igual que a mí, enseñarles a buscar una comisaría, nunca una Iglesia.
Abuela, quiero que sepas que aún pienso que la inmensa mayoría de los carabineros son personas abnegadas que cumplen su deber.
Abuela, pienso que los que han dado las órdenes inapropiadas son tanto o más responsables de lo que ha pasado -como quien ha disparado- y que deberían responder con sus cargos.
Abuela, abuela.
Mi abuela lloraba, estaba llorando en silencio. Ella no llora por cualquier cosa.
Debe haber sentido mucha pena por lo sucedido.
Luego de unos minutos logró tranquilizarse.
Se comió un par de chocolates y compartiendo uno, me dijo: “querido nieto, para caminar tranquilo por el mundo siempre es necesario tener en quién confiar”.