26 jun 2013

Votar por Allamand mirando a noviembre

A pocos días de las primarias, la discusión pública ha comenzado a centrarse en lo realmente importante: quién constituye, en cada una de las coaliciones, la carta más competitiva para llegar a la papeleta definitiva, en noviembre.

Esto, que nada tiene de excepcional, equivale a entender el verdadero sentido de las primarias.No son una primera vuelta escondida, sino un mecanismo que le permite a los ciudadanos -militantes e independientes- incidir en la elección de los candidatos, para evitar que este tipo de decisiones se tome entre cuatro paredes, sin preguntarle a nadie.

De nada sirve ganar el 30 de junio, si no logramos capitalizar ese primer triunfo, para ofrecerle al país un proyecto amplio, inclusivo y participativo, que tenga reales chances de ganar en las elecciones de fin de año. Y esto es válido para ambas primarias. Sin ir más lejos, el 16 de abril del presente año, Genaro Arriagada señalaba que es un error “impulsar estrategias que lleven a ganar en el propio partido, para luego perder en el país”.

A partir de entonces, cobra relevancia la teoría que busca asignarle, al voto, un sustento estratégico. Es decir, apoyar no sólo a quien representa nuestras ideas, sino que además tenga la capacidad de ganar la elección definitiva.

El caso más paradigmático de esto es, probablemente, la elección presidencial de Estados Unidos en 1964, entre el Presidente Johnson y un desafiante Barry Goldwater, quien venía de ganar las elecciones primarias del Partido Republicano, representando al sector más conservador del partido. La historia demostró que, debido a su perfil duro, Goldwater nunca logró llegar al voto más moderado y de centro. ¿Y qué pasó en la elección definitiva? Apenas logró ganar en 6 estados, mientras Johnson triunfaba en los otros 44 y en el Distrito de Columbia, con el 90% de los votos electorales. Un fracaso titánico para los Republicanos.

La lección que nos deja el caso Goldwater apunta a no descuidar el voto independiente y de centro. Nuestro actual Presidente, Sebastián Piñera, lo entendió muy bien; sin aquellos apoyos provenientes de la DC y de ciudadanos defraudados de la Concertación, no habría alcanzado la mayoría que le permitió llegar a La Moneda. Y es esta la misión que tenemos ahora por delante.

Lo obtenido este domingo será en vano, si el representante de la Alianza no logra encarnar los sueños de ese inmenso universo de ciudadanos poco ideologizados, que no se sienten ni de izquierda ni de derecha, y que en Chile representan más de la mitad del universo electoral.

Para triunfar en noviembre, necesitaremos todo el apoyo de los dirigentes, militantes y simpatizantes de la Alianza, tanto los de la UDI como los de RN. Pero debemos tener claro que con eso no basta: para ganar necesitaremos llegar al mundo independiente, y demostrarles que la senda de progreso que inició el país en estos últimos años puede continuar por otro período más.

Tal como en el año 2009, tenemos la firme convicción de que serán los votos moderados, los de centro y los independientes, los que decidirán el futuro de esta elección. Son los dejados de lado por la “Nueva Mayoría”, los que no encuentran espacio en una oposición cada vez más izquierdizada, y los que aún no pueden creer que el candidato de la Democracia Cristiana haya reconocido sin tapujos el favoritismo y preponderancia de Bachelet en las primarias de este domingo.

Pero no basta con confiar en que ese voto estará con nosotros sin más. Debemos ofrecerle un programa y un candidato que les resulte atractivo, y que no genere rechazo. Y en esto, no hay dobles lecturas.

La última encuesta CEP indica  a lo largo de múltiples mediciones, que Pablo Longueira genera el doble de rechazo y la mitad de la aprobación que Andrés Allamand, tanto a nivel general como en la submuestra de independientes. De hecho, en este grupo, no sólo preocupa la baja adhesión de Longueira (sólo concita un 16% de apoyo), sino también el alto rechazo que provoca el candidato de la UDI: el 35% de electores independientes tiene una mala opinión de Longueira, marca que no es superada por ningún otro personaje político medido.

Reproducimos estas cifras no por un afán denostador, sino como una humilde apelación a la responsabilidad. Debemos ser responsables con nuestro sector y con nuestras ideas.Pero también debemos ser responsables con la estrategia; para asegurarle a Chile el futuro que se merece, debemos comenzar por elegir a quien tenga la mejor opción para conseguir un triunfo en las elecciones definitivas.

La tarea, por tanto, consiste en votar este domingo pensando no en las primarias, sino en la elección de noviembre próximo. Debemos aspirar a contar con el mejor representante que podamos tener, para ofrecerle al país otros cuatro años de desarrollo y crecimiento económico. Cada uno sabrá, en conciencia, quién es el llamado a liderar ese proceso, que Chile tanto ansía y se merece.

Co autor de este artículo es el abogado Roberto Munita.

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  • Sebastián Sarmiento

    Su columna comete una omisión histórica gigantesca: Goldwater perdió en 1964 pero ahora son los conservadores los que controlan el Partido Republicano.

    Ahh, y por si no sabía, Goldwater era un “conservador” a favor del aborto, derechos homosexuales e inmigración.

    • Roberto Munita M.

      No estoy de acuerdo con Sebastián. Los que tienen controlado el partido republicano son los llamados “neoconservadores”, no los “ultra”. Por lo demás, el último candidato que llevaron a la presidencia (Mitt Romney) es un tipo moderado.

      En todo caso, aun cuando fueran los “ultraconservadores” los que la llevaran en el PR, ¿de qué serviría, si desde Reagan que no han logrado tener un líder potente? Bush padre perdió su reelección, Bush hijo ganó “apenas” y gracias a un tribunal, y ni McCain ni el mencionado Romney han logrado dar la pelea. A confesión de parte, relevo de pruebas.

      • Sebastián Sarmiento

        No es cierto. Romney gana la nominación porque era el único medianamente sano entre una tropa de dementes (Bachmann, Perry, Cain, Santorum y, en menor medida, Gingrich). Si no me cree que son los ultras los que controlan al Partido Republicano, vea los proyectos de ley que ha aprobado últimamente la Cámara de Representantes.

  • Jorge

    LAS PASIVAS VOTAN EL DOMINGO