09 may 2015

Suma total, ruina completa

Una vez más nuestro país es golpeado por la Madre Natura. Y esta vez por todos lados. La pucha.

Los científicos debaten sobre de las razones de tanto desastre. Algunos argumentan del efecto de la mano del ser humano para producir el mentado “calentamiento Global” mientras otros afirman que esto es producto del proceso natural del planeta sin que la mano del hombre alcance a hacer efecto en los grandes cambios climáticos. Yo no sé con quién estar de acuerdo. Hago lo mínimo intentando reciclar, no sea cosa que los primeros tienen  razón y yo puedo colaborar para disminuir el asunto, pero si los otros tienen la razón estamos fritos. Bueno “fritos” los del sur de Chile con volcanes e incendios contribuyendo a la fritanga y “mojados” los del norte.

Pero sí sé que hay ámbitos en que la mano del hombre sí ha afectado el asunto.

Los intereses económicos de algunos, sean personas naturales o jurídicas, como diría un leguleyo, han contribuido a erosionar irracionalmente los terrenos naturales. Las prospecciones mineras cambian como si nada fuera a pasar los cursos naturales de evacuación de aguas, se cambia la flora nativa por arboleda explotable y ajena a los climas endémicos, se construyen ciudades en las sendas de las lavas volcánicas, etc, etc. Y todo sin ninguna consideración con la estructural natural de la geografía terrícola.

La autoridad permite e incluso actúa por si misma construyendo en quebradas, en lechos de ríos que hace años están secos, incluso con soberbia se cambian cursos fluviales en aras a despejar terrenos explotables. También se destruyen sitios arqueológicos, pero eso es otro tema.

Para el caso reciente de desastres por lluvias, muchos podremos recordar los comentarios de nuestros abuelos que decían (y todavía algunos recuerdan) “antes sí que llovía pues”. Incluso en el desierto, se observan desde el aire los cursos de aguas pretéritas. Pero NO, se hace caso omiso de aquello y ya vemos los resultados. Ciudades y poblados enteros construidos en cursos fluviales naturales, si no convertidos en botaderos de escombros y basura. El resultado es lamentable y está a la vista.

Ahora bien, dicho lo anterior hay una tragedia peor desde el punto de vista del actuar del ser humano. El Libre Mercado. Este en su macro sistema permite lo que dije anteriormente, es decir que, superponiendo intereses económicos por sobre consideraciones naturales se usa y abusa de la naturaleza transgrediendo y muchas veces violentando su ser.

Y en el micro sistema permite por ejemplo que –en casos de emergencia- una carretera concesionada no levante las barreras de peaje para permitir la circulación libre de vehículos, muchos de los cuales van en ayuda de la tragedia o van arrancando (vimos esto en los incendios de la V región y en las inundaciones de Copiapó) o la inescrupulosa venta de agua a precios irracionales ante la falta total del recurso.

Lo vemos cotidianamente en los inviernos en la Capital y otras ciudades cuando algunos cobran por cruzar a la gente en triciclos e incluso al hombro por lugares anegados. Esta última aunque folclórica y simpática obedece a las mismas leyes que las anteriores, o sea, Oferta y Demanda.Y en los tres ejemplos el móvil es el mismo, como dijo Tony Curtis en una antigua película llamada “El Submarino Rosa” donde hay caos hay provecho, mientras se robaba un chancho en medio del un bombardeo.

Entonces, verdaderamente nuestra tragedia no es la producida por la Naturaleza sino la propia naturaleza humana, profundizada por una ideología nefasta y diabólica cual es la práctica del Libre Mercado. Ésta por sobre todo ahonda en lo peor de las condiciones humanas, el egoísmo, el ganarle al de al lado a pesar de todo. Yo puedo o no puedo, el otro que se friegue, y el fregado puede hasta donde pueda y el que no puede que se friegue más. Sino ¿cómo se entiende que uno que tiene agua la venda al mejor postor?

El del negocio de los terrenos de Machalí es tan culpable como el que vende el pan más caro cuando hay mayor demanda de pan. El punto es, quién es más culpable, el que se embolsó $20 o el que se embolsó varios millones de dólares? Ambos pues, la diferencia es que el primero es un emprendedor (según la lógica de un ex presidente), y el segundo es un inversionista, un especulador de futuro (otro emprendedor, según la misma lógica). Sinvergüenzas ambos y seguramente adoptados (sin que evidentemente la condición de  adoptado sea por antonomasia sinónimo de rostro de madera).

El asunto es valórico y mientras nuestra sociedad siga funcionando al alero de la Oferta y la Demanda, cualquier otra consideración será desestimada, no sea cosa que ganemos menos en este “caos”,al cual desgraciadamente ya estamos acostumbrados y lo leemos como la cosa más natural a pesar de que la propia Natura nos pega una patadita en la cabeza de vez en cuando y cada vez más seguido.

“Dar hasta que duela” dijo el Santo.“Aprovechar hasta que pueda” dijeron varios. “Vende todo, dalo a los pobres y sígueme” dijo el Hijo del Carpintero de Belén.“Ni enfermo” decimos y dejamos el vuelto en el supermercado –creyendo que somos buenos-  para que el empresario lo descuente de impuestos y el domingo vamos a misa juntos para pedir perdón por los pecados sin siquiera considerar que lo que hicimos es uno, pues no está escrito en el Misal (si es que alguien sabe todavía qué es eso) ni tampoco en la Biblia, al menos expresamente o al pie de la letra como leerán los abogados (según Al Paccino en una conocida película llamada “El abogado del Diablo”)

No quiero parecer resentido pues no lo soy, pero cada día me convenzo más de que por culpa de la búsqueda de ganancias inmediatas –a toda escala- somos menos ecuánimes, menos solidarios (en la vida cotidiana) y menos animales, pues estos últimos sólo usan lo necesario, mas nosotros usamos más a costa del prójimo y de la naturaleza.

Al final de esta difusa reflexión rescato la frase de un inteligente publicista de una universidad (entendiendo que el sólo hecho de la propaganda universitaria ya es un asunto a discutir), quien lee, “yo me como dos panes, tú, te comes ninguno. Consumo promedio un pan por persona”. ¿Es esto razonable?

Sobre esto se diseñan políticas, si es que se diseñan.

Vaya esta reflexión disparatada y dispersa a pesar de que siendo yo todavía una persona optimista, cada vez más creo en el dicho de mi madre que rezaba “suma total, ruina completa”.

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  • Pedro Pagliai

    “Estamos condicionados a creer, pero no a cuestionar nuestras creencias ni el modo cómo concebimos el mundo. En la medida que comprendamos profundamente que concebimos el mundo, asumiremos la responsabilidad con delicadeza y humildad”

    Creemos que “debemos” progresar y bajo su paraguas y la del desarrollo, los recursos son “limitados” pero ese demonio que llaman Libre Mercado se distingue por su “ilimitada” depredación. Por algo vivimos sumergidos en la paranoia judeocristiana y no se nos ocurre preguntarnos aunque sea pragmáticamente, su validez.

    El paradigma se valida cada vez que nos quejamos.

    O bien, entonces cuando hablamos de la madre naturaleza y nos miramos extrañados y con cierto patetismo su accionar siempre desbordante, buscando una respuesta: ¿qué encontramos? ¿destrucción? ¿muerte? ¿castigo? ¿soberbia humana?

    Pero es más irrisorio aludir al libre mercado como “culpable” de los males humanos.

    El libre mercado tiene el mérito de reflejar nuestro propio nivel de consciencia.

    Todo lo que percibimos demuestra momento a momento el nivel de consciencia individual, familiar, social, global.

    La Edad Media, dicen, aún pervive. Esa época tan oscura que el cientificismo materialista se pavonea de haber superado a través de sus instrumentos racionales, no lo ha sido del todo. Podrán cambiar las formas, pero no el fondo. Unos más recalcitrantes dirían que es su profundización. Asistimos a un periodo de crisis, en eso podemos estar de acuerdo. Pero, por favor, no le adjudiquemos a la naturaleza un papel dentro del drama humano actual. Tal ejemplo es análogo a pensar que Dios envía esos sucesos como castigo a los pecadores. Oh, algunos siguen pregonando esas ideas, laicos y religiosos por igual, en códigos distintos. Vaya diferencia!