“De cuando en cuando
Las horas maduras
Caen sobre la vida.” Vicente Huidobro
Todos los días la gente habla sobre el tiempo. No me refiero al clima sino a las horas, minutos y segundos que llenan nuestros días. A la mayoría les parece que el tiempo pasa muy rápido pero hay otros que se pierden en el paso de las horas y un minuto les parece eterno.
Conozco a muchas personas que luchan con el tiempo. Nunca les alcanza para hacer todo lo que quieren. Nunca es suficiente y pareciera que el tiempo les debe más. No hay tiempo para descansar, comer, salir a pasear, disfrutar en familia o pensar en la inmortalidad del cangrejo. “El tiempo es oro”. Al final lo valoramos sólo si significa plata, dinero, algo monetario.
Por eso, el verdadero valor del tiempo no es algo que tengamos presente. Si no se traduce en producción y productividad entonces no tiene espacio en la agenda. Aparte de los problemas financieros, me atrevería a decir que la segunda o tercera causa porque las parejas se divorcian es porque dejaron de pasar tiempo juntos. No fue una prioridad y terminó por afectar todas las demás áreas de la relación.
Tener tiempo es una decisión. Es algo que se hace de manera intencional y planificada. No sucede al azar o por arte de magia. Tener tiempo para lo que en realidad importa debe ser una prioridad sino seguiremos convirtiéndonos en una sociedad obsesionada con el dinero, estresados por ser los primeros, por llegar más rápido y hacer más en menos tiempo. Pero perderemos todo lo demás que nos hace humanos.
Al final creo que si no tenemos alguien con quien compartir todo lo que hemos logrado entonces no habrá valido de mucho gastar tanto tiempo en producir. Tendremos muchos bienes materiales y premios por ser los primeros, pero no tendremos con quien disfrutar de nada de esto. Todos se habrán aburrido de esperarnos. De quedar en segundo plano. De sentir que no los valoramos. ¿Por qué? Porque no nos hicimos el tiempo.
Y llegará un día en donde nos daremos cuenta que el valor del tiempo era mucho más importante de lo que pensamos. Ese día ya no tendremos excusas para no jugar con nuestros hijos, para quedarnos hasta tarde en el trabajo, para salir con otras personas mientras alguien nos espera en casa. No habrá excusas ni justificaciones que valgan. En un pestañear de ojos habrán pasado años. Quizás para ese entonces ya sea muy tarde y nos habremos perdido muchos momentos irrepetibles.
Por lo mismo, para evitar arrepentirnos de haber malgastado nuestro tiempo necesitamos aprender a manejarlo y equilibrarlo mejor. A veces eso significa reducir la cantidad de compromisos, reuniones o actividades diarias.
También, tendremos que evaluar nuestras prioridades. Y sobre todo tratemos de vivir en el ahora. No recordando el pasado a cada rato ni preocupándonos por lo que no podemos controlar.