Venimos saliendo de la ya instalada vorágine nacional de Halloween.Ante esto, reclamé a uno de mis hijos, pues no creo (o creí) pertinente inmiscuirme en una festividad que a todas luces es extranjera y producto de una globalización económica y de mercado y de…etc.
Mi hijo junto con responderme me calló la boca de un zarpazo totalmente inesperado. “Y tú crees que” me dijo, “¿que Jesús nació en Chimbarongo y por eso es una fiesta chilena? No hube sino de exclamar “chanfle” para ser totalmente inconsecuente con la exclamación, en vez de inferir algún chilenismo poco ortodoxo y seguramente coprolálico.
He discurseado vehementemente en mi círculo cercano acerca de la negativa mía de asumir festividades foráneas, pero este comentario me aterrizó de un solo golpe y me hace ahora reflexionar acerca de la historia. La propia y la nacional.
Es cierto que en la actualidad, me imagino, creyentes y no, saludan al Viejito Pascuero.El que se supone rescata alguna antigua tradición centroeuropea de entregar regalos en la fecha en que nació Jesús (de Nazaret), un ser humano de carácter divino para algunos e histórico para otros, pero que claramente no nació en Chimbarongo. O sea, el celebrante y el celebrado son extranjeros, no sólo en nuestro país sino en al menos toda América (siendo América el continente completo y no sólo USA).
Me recordé de las innumerables ocasiones en que hube de colaborar con mi padre en la celebración del Carnaval de San Pedro de Atacama. Fiesta pagano-religiosa celebrada en todo el mundo cristiano (y que para los que no lo saben, es el mismo de Venecia, Brasil y Bolivia, y que termina en miércoles de ceniza que es cuando comienza la Cuaresma). Otro “chanfle”, pues es cuarenta días antes de la “Semana Santa” (todas fechas en que se conmemoran hechos extranjeros), con el tercer “chanfle” correspondiente.
Yo reclamando por las brujas, las calabazas (zapallos para contextualizar al menos en los frutos) y los caramelos, y con una mochila llena de fiestas foráneas y ya tradicionales al hombro.
Me acordé de un amigo Judío que todavía sin tanta publicidad celebra Hanukkah y otro musulmán que celebraRamadán. Cuarto y quinto “chanfle” a la vena emocional, y al parecer totalmente inconsecuente, inadecuada y todos los calificativos cercanos al desubique.
El hecho es que yo defendiendo los carnavales tradicionales del Altiplano, con las diferencias estilísticas de las localidades, las fiestas religiosas de La Tirana y otras menos conocidas, son todas foráneas.
Para mi postura localista sólo me quedan las “limpias de canales”, las “cosechas” y los “solsticios”, fiestas que han pasado a décimo plano ante esta implantación ya histórica de celebraciones que han sido adoptadas por nuestra sociedad desde hace al menos 500 años y que echan raíces cada vez más profundas en nuestra vida cotidiana.
Seguramente antropólogos y otros especialistas podrán aportar datos y estudios que den cuenta de esta realidad ya mundial, pero lo cierto es que el argumento de mi hijo me dejó calladito y pensando chanfle, rechanfle y recontrachanfle.
Para los emprendedores con capacidades de levantar negocios, vayan instalando más criaderos de pavos para Acción de Gracias, que ya se viene en los próximos años.
Lo único que me queda, es esperar que si llegan los extraterrestres, estos arriben el 12 de febrero, verdadero día de la firma de la Independencia de Chile (aunque se celebra en otra fecha por culpa de algún prócer, lo que no viene al caso discutir). Eso sería al menos, una coincidencia en las festividades nacionales y finalmente una celebración puramente chilena. Entendiendo por cierto que celebraremos una derrota, asunto que ya está asumido en nuestra tradición.