Una familia tenía un auto heredado desde antiguo. Esa familia usaba el auto todos los días solamente en la mañana y en la tarde para trasladarse, con lo que el auto era bastante bien mantenido.
Resulta que llegó una banda de salteadores a vivir a esa ciudad y vio que la familia le daba poco uso al auto, así es que decidieron quitárselo para un negocio más rentable.Un día, a vista y paciencia de todo el barrio, los atacaron armados, con extrema violencia, y les robaron el auto.
Para hacerlo, asesinaron a uno de los hermanos, violaron una de las hermanas, e incendiaron la casa de la familia.
Como la familia reclamaba frente al juez, la banda de salteadores se puso de acuerdo con otra banda de salteadores para venderles el auto, muy por debajo de su precio real .
¿Qué debía hacer el juez de esa ciudad?Encarcelar a ambos grupos de salteadores, a unos por robo con violencia, asesinato, violación e incendio.Al otro por asociación ilícita y receptación.
Pero el juez dijo que no podía hacer nada, y que el segundo grupo era legítimo dueño del auto.Resulta además que los salteadores usaron el auto para hacer fletes, y en eso lo hacían recorrer todos los días largos trechos por caminos en muy mal estado.
El auto día a día se desgastaba mientras los salteadores se enriquecían con este lucrativo negocio.La familia que anteriormente fue dueña reclamaba por esto, pues le tenían cariño al auto, y esto llegó a ser una nueva fuente de conflicto.
Entonces llegó a la ciudad otro juez.
Este juez decretó un “sistema de certificación” para que los salteadores den un buen uso al auto: debían manejarlo con cuidado, no hacer más de 20 viajes por día, no sobrecargarlo de peso, no pasar a altas horas de la noche manejando a toda velocidad por fuera de la casa de los antiguos dueños.
También estableció que los salteadores en lo posible debían contratar a los antiguos dueños para lavar el auto, para repararlo cuando estaba en pana, e incluso como choferes. Con este sello de certificación, los salteadores lograrían acceder a nuevos mercados, realizando viajes internacionales.
Algunos de los hermanos aceptaron los trabajos que proveían los salteadores, pues de lo contrario debían migrar de la ciudad, que tenía una alta tasa de cesantía.Además estaban muy empobrecidos.Otros, confiaban que a través de ese trabajo estarían más cerca del auto, para en algún momento poder recuperarlo.
Otros de los hermanos, sin embargo, decidieron no trabajar para los salteadores, sino que en las noches lograban de vez en cuando sacarlo a dar una vuelta y hacer un flete por propia cuenta.Ellos declararon el auto “en recuperación”.
Los salteadores reclamaron por este uso que daban los antiguos dueños al auto.Amenazaron con despedir al que lavaba el auto, al chofer y al mecánico, y demandaron a los rebeldes por “usurpación”.Al que lavaba el auto lo empezaron a llevar gratis, para que no se uniera a los rebeldes, con lo que éste llegó a pensar que los salteadores eran buenas personas.
Aquí sí que el juez primero dijo que podía hacer algo, y encarceló al hermano rebelde, lo que asustó al resto de los hermanos, que por necesidad seguían trabajando para los salteadores.
Pues bien, ¿les parece absurda esa historia?
Somos testigos de ella todos los días en Territorio Mapuche.
El auto, por ejemplo, es el Fundo Labranza, en la Comuna de Tirua. Forestal Mininco lo compró a bajo precio en dictadura sabiendo que era robado y reclamado por comunidades mapuche.El negocio de los fletes que deteriora el auto es la industria maderera y la celulosa.
El juez primero son los tribunales del Estado de Chile, que en vez de encarcelar a los salteadores, pretende encarcelar a los peñi que quieren sembrar el fundo.
El juez segundo es la Empresa Certificadora Internacional Rainforest Alliance (www.rainforest-alliance.org), que en estos días anda visitando las comunidades mapuche preguntando sobre las “buenas prácticas” de Forestal Mininco en el territorio robado.
Si los auditores de la Empresa Certificadora fueran este miércoles 9 de octubre al Tribunal de Cañete, serían testigos del juicio por “usurpación”, en el que Forestal Mininco pretende encarcelar a un grupo de mapuche que tiene la osadía de dejar de trabajar para la empresa y querer recuperar sus tierras.
No podemos quedarnos callados frente a la injusticia.
Nota del autor : invitamos a las personas conscientes de lo que ocurre en territorio mapuche, a escribir a ggutierrez@ra.org, de la empresa certificadora internacional, para intentar explicar la situación que viven nuestros hermanos.