“Los obispos del Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal de Brasil, reunidos en Brasilia del 19 al 21 de junio, (de acuerdo con el Papa Francisco) declaramos nuestra solidaridad y apoyo a las manifestaciones-mientras sean pacíficas-que han sacado a la calle a personas de todas las edades, sobre todo a los jóvenes”.
“Son testigos de que la solución de los problemas del pueblo brasileño sólo será posible con la participación de todos…fortaleciendo la participación popular en los destinos de nuestro país y sean un anuncio de nuevos tiempos para todos. Que el clamor del pueblo sea escuchado”.
“La mayoría de los jóvenes quieren un Brasil, nuevo, más justo y solidario”.“El mensaje de Cristo está en sintonía con esas reivindicaciones del pueblo. Por eso debemos estar presentes. En la calle la gente, de hecho está viviendo el Evangelio”.
Palabras valientes que convocan llenas de sueños, pasiones y por sobre todo de la nueva fe, esa que moviliza a millones.
Cuando se recrimina a la DC por su pobre resultado producto de su creciente descapitalización de valores, identidad y sentido, se le hace ver muy equivocadamente que el discurso conservador de su candidato Orrego, lo fue básicamente al proclamar valientemente su creencia en Dios, con un matrimonio entre hombre y mujer, y no claudicar frente al aborto, por violación.
Esta posición, le habría quitado votos frente al agnosticismo liberal, casi neo conservador del candidato Velasco, y frente a la candidata agnóstica, socialista ex-Presidenta Bachelet.
Error garrafal, ¿o ustedes creen que la gente al votar pensó sólo en estos aspectos, antes de marcar o cruzar la línea?
De partida, los jóvenes casi no votaron, y no por las causas anteriores.
El problema, especialmente para Orrego y otros, fue que no fueron capaces de ser héroes mayores, valientes y provocadores levantando un discurso que no dudara en representar radicalmente las necesidades del pueblo, por el pueblo y para el pueblo contra el “fetichismo del dinero” en la dictadura de una “economía sin rostro y sin un objetivo verdaderamente humano”, “donde el hombre se reduce sólo a una de sus necesidades, el consumo”.
Es decir, por una lucha contra el afán de poseer y poder que se han vuelto hoy sin límites, “a través de una mayor justicia social y solidaridad real de quienes tienen los recursos, los más ricos”.
Estas citas son del Papa Francisco, sobre la necesidad de una “Reforma Financiera Mundial”. Sólo había que repetirlas y creerlas con fe, convicción y confianza.
“En la calle, la gente está viviendo el Evangelio”.