06 jun 2013

La violencia machista en parejas adolescentes

Chile ocupa el cuarto lugar con más femicidios en América Latina y el Caribe y lo más preocupante es que el 44% de las víctimas de estos crímenes previamente denunció violencia intrafamiliar.

El círculo vicioso de esta situación es que el comportamiento de los jóvenes con sus primeras parejas funciona principalmente por imitación.Ellos actúan de manera análoga a sus referentes, entre los que destaca la familia, su entorno social y los medios de comunicación. En este último grupo internet, el cine y la televisión, estandarizan ciertos roles y tienden a normalizar la violencia.

Por este motivo, a la inseguridad y falta de autoestima común entre los adolescentes, se suma una falta de referentes familiares y sociales.

La Organización Mundial de la Salud acredita que en países desarrollados se han aplicado programas educativos destinados a frenar el machismo.

Sin embargo, esa experiencia no parece repetirse con éxito en nuestros países, donde a pesar de que se ha incorporado en forma creciente el valor de la igualdad entre géneros, el machismo sigue siendo el valor que rige la cultura y condiciona la conducta habitual de la sociedad.

Los expertos aseguran que en América Latina falla la educación y que sigue dominando una visión romántica del amor, en la que las mujeres jóvenes lo aguantan todo, seducidas por la figura “dominante y protectora” de su pareja.

La concepción romántica del amor es por donde se cuela el machismo en las relaciones reales y hace sentir a las jóvenes que tienen una especie de contrato de por vida con su pareja . Las mujeres adolescentes que sufren esta violencia están sometidas a mucha confusión y se debaten entre el amor, el miedo, y la sensación de culpabilidad.

Un estudio reciente realizado por la Universidad Complutense de Madrid y el ministerio de Sanidad de España muestra que entre jóvenes universitarios, un 11% de ellos admite haber ejercido malos tratos con su pareja y de ese grupo , otro 11% lo ha hecho en más de una relación.

Por otra parte entre las mujeres, el 12% de ellas dice haberse sentido obligada a realizar conductas sexuales en las que no quería participar y un 6% admite haber recibido agresión verbal o física de su pareja con frecuencia.

La realidad en nuestra sociedad indica que cada vez son más las mujeres adolescentes que acuden a centros de atención especializados en busca de ayuda.

Sin duda que la vacuna contra la violencia de género sigue siendo la educación y la prevención, lo que obliga a desarrollar una nueva estrategia nacional contra la violencia de género del grupo adolescente, que incorpore la colaboración de una red entre diferentes instituciones, incluyendo los colegios.

Cuando actúa la policía y la justicia el daño ya está hecho.

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  • Sergio Luis Arenas Benavides

    No me gusta el término “violencia machista”. Pareciera que sólo es condenable la violencia cuando es el varón el que agrede a la mujer, y no considera los casos en que la mujer agrede a su pareja masculina (ni hablar de las parejas del mismo sexo, como si no hubiera casos de violencia ahí). Pareciera que en cada caso se colara la lucha de sexos, como si en cada acto de violencia se recordara la discriminación integral a la mujer (que existe todavía, es cierto). No. La violencia es repudiable venga de quien venga y vaya a quien vaya. Lo malo, antes de que ocurra en la pareja o entre los sexos, es la violencia en sí. Punto.
    En todo caso, esto es un problema de educación. Si es por ser “machista”, recuerdo que cuando niños nos decían a los varones “a la mujer no se le toca ni con el pétalo de una rosa”. Es hora de rescatar esto. Porque aun siendo machistas, debemos tener claro que a la mujer hay que quererla y respetarla. Agredirla no es de “buen machista”, si es que algo bueno tiene este defecto. Muchos no han entendido o no les enseñaron eso. O a lo mejor tienen algún resentimiento contra las mujeres.

    También hay que enseñarles a las mujeres lo importante que es hacerse respetar por la gente. Han demostrado ser valientes, ser capaces de muchas cosas. Nos han tapado la boca, y se han ganado un espacio importante. Con todo, todavía hay quienes creen que por ser de un sexo u otro merecen más o menos respeto. Antes que ser varón o mujer, somos personas, que tenemos una dignidad y una autoconciencia de nuestro valor. Es hora de redescubrir ello. Que ellas se autovaloren y digan ¡no! cuando alguien quiera pasar a llevar su dignidad.
    Por último, un “tirón de orejas” a los entes preocupados del tema. Muchas veces las leyes o medidas se han hecho escuchando casi exclusivamente las voces del lado femenino, dejando las más de las veces al sexo masculino de lado. Es hora de que esas políticas incluyan la visión masculina, no como una visión de defensores de privilegios injustos o como “adversarios” de la mujer, sino para que el género mismo sea actor relevante en la cuestión. Porque no es bueno que se vea la relación entre los sexos como una batalla en que uno es el “bueno” y el otro el “malo”, sino como una complementariedad en que ambos deben participar y ambos se benefician. Varones y mujeres nos necesitamos, y no creo que excluir a uno signifique más para el otro. Antes, representa una gran pobreza en el debate, y una amenaza de que se cuelen ideas extremas.