Chile ocupa el cuarto lugar con más femicidios en América Latina y el Caribe y lo más preocupante es que el 44% de las víctimas de estos crímenes previamente denunció violencia intrafamiliar.
El círculo vicioso de esta situación es que el comportamiento de los jóvenes con sus primeras parejas funciona principalmente por imitación.Ellos actúan de manera análoga a sus referentes, entre los que destaca la familia, su entorno social y los medios de comunicación. En este último grupo internet, el cine y la televisión, estandarizan ciertos roles y tienden a normalizar la violencia.
Por este motivo, a la inseguridad y falta de autoestima común entre los adolescentes, se suma una falta de referentes familiares y sociales.
La Organización Mundial de la Salud acredita que en países desarrollados se han aplicado programas educativos destinados a frenar el machismo.
Sin embargo, esa experiencia no parece repetirse con éxito en nuestros países, donde a pesar de que se ha incorporado en forma creciente el valor de la igualdad entre géneros, el machismo sigue siendo el valor que rige la cultura y condiciona la conducta habitual de la sociedad.
Los expertos aseguran que en América Latina falla la educación y que sigue dominando una visión romántica del amor, en la que las mujeres jóvenes lo aguantan todo, seducidas por la figura “dominante y protectora” de su pareja.
La concepción romántica del amor es por donde se cuela el machismo en las relaciones reales y hace sentir a las jóvenes que tienen una especie de contrato de por vida con su pareja . Las mujeres adolescentes que sufren esta violencia están sometidas a mucha confusión y se debaten entre el amor, el miedo, y la sensación de culpabilidad.
Un estudio reciente realizado por la Universidad Complutense de Madrid y el ministerio de Sanidad de España muestra que entre jóvenes universitarios, un 11% de ellos admite haber ejercido malos tratos con su pareja y de ese grupo , otro 11% lo ha hecho en más de una relación.
Por otra parte entre las mujeres, el 12% de ellas dice haberse sentido obligada a realizar conductas sexuales en las que no quería participar y un 6% admite haber recibido agresión verbal o física de su pareja con frecuencia.
La realidad en nuestra sociedad indica que cada vez son más las mujeres adolescentes que acuden a centros de atención especializados en busca de ayuda.
Sin duda que la vacuna contra la violencia de género sigue siendo la educación y la prevención, lo que obliga a desarrollar una nueva estrategia nacional contra la violencia de género del grupo adolescente, que incorpore la colaboración de una red entre diferentes instituciones, incluyendo los colegios.
Cuando actúa la policía y la justicia el daño ya está hecho.