23 feb 2013

Cristián Precht, un testigo del amor

He leído la declaración de Cristián Precht del día 21 de febrero. Tal como alguna vez lo dije, creo en su inocencia y, más aun, me asaltan grandes dudas respecto de la posibilidad de un montaje para manejar el tema de los abusos sexuales dentro de la Iglesia Católica.

Tengo la impresión de que este caso ha sido manejado en forma arbitraria, sin aclarar la verdad, sin transparencia, sin permitir una defensa adecuada al no conocerse a los acusadores ni los cargos precisos.

El oscurantismo en marcha en una institución que cada vez requiere de mayor claridad para poder seguir adelante. Entonces esperaba que Precht apelara y diera una batalla, tal vez heroica, exponiéndose a castigos mayores, pero dejando en claro su protesta ante la injusticia evidente. Así habría actuado yo.

Pero él es mejor persona que yo y tal vez no quiere ser un héroe de nada ni un salvador de nadie, sino simplemente un sacerdote que se ha puesto en manos de su Dios y que cree que sus superiores, aunque se equivoquen, deben ser respetados. Claro, es la diferencia entre un rebelde como yo y un hombre de servicio señalado por la humildad.

En su declaración insiste en su inocencia, pero abre una puerta a la comprensión cuando señala, luego de ratificar que nunca ha intentado forzar a nadie ni “doblegar la voluntad de persona alguna”, que pide perdón si acaso algún gesto suyo ha podido agraviar a alguien más allá de la voluntad que lo inspiró. Es decir, acepta que un acto suyo limpio y por cierto legítimo puede ser mal interpretado por alguien y por ello está dispuesto a pedir perdón.

Pero, aún más, dice que sus pastores, es decir quienes lo condenan, sólo han querido actuar por el bien de la Iglesia y manifiesta su respeto, su gratitud y su dolor por las críticas que han recibido por parte de muchos al haber actuado del modo que lo hicieron. Yo soy de esas personas rebeldes que calificamos de injusto, arbitrario, sesgado y falto de respeto el proceder episcopal.

Acepta obedientemente las sanciones, decide no apelar pese a su convicción de inocencia respecto de los delitos que se le atribuyen.

Si siempre he tenido buena opinión de Precht, ahora debo decir que reconozco que es aún mejor persona de lo que creía. Porque hace de la humildad su fuerza y de la obediencia un estilo de vida. Indudablemente lo inspira el amor. Entiende que si sus superiores han sido escogidos por su Dios para una alta función como ésa, no le cabe más que obedecer. Él no quiere tensionar la institución ni poner en difícil situación a sus superiores. Acepta el castigo, pues sabe que los obispos deberán rendir cuentas ante su Dios sobre su proceder y entonces ellos sabrán si han actuado bien o actuado mal.

Me emociona leerlo, me conmueve su palabra, me impresiona pensar en que no podrá ejercer su ministerio y servir del modo que a él le gustaría a los que están cercanos. Creo que quien pierde más es la institución que lo sanciona.

Porque Precht, que ha consagrado su vida al servicio, más que de la Iglesia, del Evangelio Cristiano y de las personas concretas, es un ejemplo de compromiso real, de amor de verdad por sus semejantes. Yo no creo que Precht sea perfecto. No existen esas personas. Aún más, es probable que Dios se valga de los más imperfectos, como decía mi profesor de Sagrada Escritura recordando al profeta Ezequiel. Pero él no quiere ser perfecto, sólo quiere servir a su Dios en las personas que lo rodean. Eso es el amor. Y es el testimonio que da Cristián Precht.

Benditos sean los que tengan contacto personal con él, porque podrán aprender a diario de una forma de vivir que combina el compromiso, la obediencia, la humildad y la fe a toda prueba.

Mientras, yo, emocionado, mezclo esta admiración con mi indignación hacia quienes administran una milenaria institución que sigue viviendo al estilo de Julio II, ese Papa corrupto que se quiso justificar atacando y condenando a otros cuya conducta, no buena, no alcanzaba los niveles de corrupción que él tenía.

Cuando Benedicto vuelve a ser Ratzinger y Precht da este testimonio, dan ganas de pensar que quizás ahora…, quizás, las cosas puedan comenzar a cambiar.

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  • http://twitter.com/AngelicaMontt Angélica Montenegro

    Sabias palabras. Qué complejo emitir una opinión cuando tengo que elegir entre “el saber o el creer”. Sin embargo, conozco la nobleza, sus motivaciones y sus alcances, por lo tanto, puedo aceptar creer en su inocencia.

  • Francisco Parra Vera

    “Hoy están carne de cañón” los Sacerdotes Católicos. Entre los jóvenes agnósticos se ventila el lema”échate un cura mintiendo a sus superiores”.

    Los 42 años de impecable Sacerdocio del Cristian Precht, dan testimonio que sus obras han sido mucha mayores que los errores y…en esos consiste en la cuenta final , al regresar al Creador. Mayores obras buenas y mínimos de faltas.

    Da la casualidad que con esta racha de movimientos fácticos de dejar fuera a pilares eclesiásticos Católicos, comenzó hace cinco años atrás, con retirar de Megavisión al Presbítero Raúl Hasbún, calumniar al Presbítero Luis Eugenio Silva y ahora a el Sacerdote Cristian Precht y …se han suicidados dos obispos por tales infamias.

    He visitados varias veces a amigos encarcelados en Colina uno y Gerdarmería les da buen trato y misericordia, y… comparo el trato de éstos con el trato que se les da a los religiosos por equivocarse, a estos últimos se los mata en vida mediaticamente.

    Nosotros debemos cambiar y no creernos Dioses. Acordarse que el ser humano es imperfecto.

  • http://www.facebook.com/people/Guillermo-Barrientos-Ellenberg/100000569746577 Guillermo Barrientos Ellenberg

    Precht se la jugó por todos en la Vicaría y esta condena sin juicio que causa mucho dolor me parece digno de la Inquisición por su secretismo sectario ,su verticalismo medieval
    Por la indefensión del condenado que no conoce de proceso claro ni acusadores con nombre ,hechos y descripción de situaciones concretas Soy cristiano y me siento parte de los católicos
    Voy de vez en cuando a la iglesia y concurro a una parroquia donde hay un cura admirable. Como hay muchos que hacen un trabajo silencioso y muy valioso . Muchos inspiraron su respeto a los derechos de la gente en el actuar valiente de Precht mas allá de su natural vocación espiritual.
    A él ya lo mataron
    Y muchos están felices por eso
    Lo inaceptable de este juicio es todo su oscurantismo que no dice nada y condena igual
    Por eso me quedo con lo que conozco
    Un muy buen hombre y un cura que significó refugio para muchos y el odio jurado de los lacayos del dictador.

  • jorge cantellano

    Estimado Jaime,

    ¿Puede usted
    explicarme como usted justifica con sus palabras como acto “limpio y legítimo” al
    toqueteo en las partes bajas por parte de un respetable sacerdote adulto con imagen
    de poder moral y un joven en proceso de descernimiento vocacional?

    Aquí no estamos
    hablando de una relación de iguales ni consentida. Aquí no estamos en presencia de dos
    homosexuales que expresan sus sentimientos uno con el otro, lo cual puede ser
    limpia y legitima entre dos iguales. Aquí
    señor Jaime fue un abuso de confianza, un atropello a la dignidad sexual a un
    joven que no solicito una intimidad homosexual, porque ese joven sentía atracciones naturales por
    el sexo opuesto.

    Es cierto que
    Precht no forzó de ninguna forma después del rechazo, pero lamentablemente las
    disculpas del error no lograron remediar el daño provocado respecto al quiebre
    en la fe en todo lo que él representaba para ese joven, la Fe en la iglesia y
    en su DIOS.

    Mire aquí estamos
    de nuevo, Precht reconoce que lo que paso, paso, pero fue sin malas
    intenciones, no fue en su percepción de las cosas, abuso sexual, solamente
    expresiones de cariños. Lo que Cristian declara
    y lo que usted ratifica me incrementa la rabia porque vuelven a establecer en
    su visión de estas conductas que estamos frente a una cultura que acepta y naturaliza
    los acercamientos sexuales por parte de adultos con imagen de poder a jóvenes bajo
    la tutela de esa imagen de poder.

    Señor Jaime Hales
    creo que usted nos debe disculpas a todos aquellos jóvenes a los cuales una acción
    de carácter sexual por parte de un clérigo quebrantó el idealismo religioso.

    Jorge Cantellano