El mes de diciembre para nuestro país, es un mes que cierra el circuito anual y abre las esperanzas de un mundo mejor cada año.
Es el mes del nacimiento de Jesús y la celebración de su natividad. Es el mes de la celebración de la Inmaculada Concepción. Es el mes de los Derechos Humanos. Es el mes del amor sincero, casto y hermoso hacia nuestros niños. Es el mes en que buscamos la manera de saber si estamos cumpliendo este mandato que nos entrega para estos 30 días.
Si miramos hacia atrás ¿estamos realmente respetando los Derechos Humanos en su plena concepción? Mi respuesta muy sincera es que no lo estamos haciendo.
• No se respetan los derechos a los niños discapacitados.
• No se respetan los derechos de los empleados fiscales que se les desvincula casi simultáneamente con la Pascua y el Año Nuevo.
• No se respetan los derechos de los profesores que se les despide en esta fecha para no pagar vacaciones y se les recontrata por sueldos míseros nuevamente en marzo.
• No se respetan los derechos humanos cuando hay en Chile una desigualdad económica gigantesca.
No se respetan los derechos humanos cuando delante nuestro hay 17.000 jóvenes que quedan fuera de la Universidad por simple desidia del Estado para controlar y por la avaricia de algunos para quedarse con el patrimonio ajeno.
Si miramos detenidamente con el sentido profundo de la Navidad, creo honestamente que No. Hemos terminado remplazando la imagen del pesebre por una figura ajena, absolutamente contraria a lo que creemos en nuestro acervo cristiano, llena de materialismo y jolgorio, absolutamente contrario a lo que decimos.
Ojalá algún día podamos separar ambas fechas, como sucede en España donde la Navidad es recogimiento y amor hacia nuestras familias y se celebra el 06 de enero como el día de Reyes con los regalos materiales.
Si miramos atrás, vemos el signo del amor que se atropella día a día en una partitura de obscenidades que nos avergüenzan como chilenos.
Como políticos debemos tener en cuenta lo que señalo y en forma muy especial aquellos partidos que declaran inspirarse en los principios cristianos.
El llamado de estas líneas es una alerta a mí mismo y a quienes ejercen funciones públicas, para que terminado diciembre, un nuevo afán de perfeccionamiento, de consecuencia, de conducción, de apertura a la verdad sean los signos que iluminen el próximo 2013.