Entre la carta pastoral de los obispos y la partida de Pierre Dubois, creo que los curas como parte de la Iglesia han mostrado al finalizar septiembre, su mejor rostro: el del muy humano y solidario Jesús de Nazaret.
Ese rostro no se muestra todos los días (lo sabemos muy bien), ni tampoco los curas tienen (o tenemos) el monopolio de él. Ni siquiera los católicos lo tienen. La humanidad y solidaridad está presente mucho más allá de las fronteras visibles de la Iglesia.
Pero esta semana muchos lo contemplamos en los obispos y especialmente en Dubois. Y esto se echaba de menos.
La carta de los obispos se titula “Humanizar y compartir con equidad el desarrollo de Chile”. Una carta crítica del modelo económico y cultural que ha predominado en Chile pero a la vez esperanzadora, empática con los cambios culturales, y desafiante.
El mundo mirado por los obispos no parece ser un mundo oscuro y que irrefrenablemente va al despeñadero. Hay avances tecnológicos que han dado alivio y bienestar, en particular el progreso en las comunicaciones.
Este último ha permitido “acortar distancias”, “abrir encierros” y “reforzar la colaboración”. Además, siempre y cuando la globalización pueda gobernarse política y económicamente para velar por el bien, y lo haga evitando hegemonías, las oportunidades son enormes en bienestar, cuidado ecológico y defensa de los derechos humanos.
Alegra también que los obispos reconozcan como algo “especialmente esperanzador” el nuevo papel de la mujer en la política y el trabajo reconociendo “nuevas posibilidades de humanización”.
Esta empatía y la esperanza con que se miran los cambios ayudan a mirar con mayor hondura y agudeza los malestares sociales. En particular con el malestar chileno, no hay eufemismos: “Chile ha sido uno de los países donde se ha aplicado con mayor rigidez y ortodoxia un modelo de desarrollo excesivamente centrado en los aspectos económicos y en el lucro. Se aceptaron ciertos criterios sin poner atención a consecuencias que hoy son rechazadas a lo ancho y largo del mundo, puesto que han sido causa de tensiones y desigualdades escandalosas entre ricos y pobres”.
La crítica ahonda en la hegemonía del mercado y lo social mirado como mera compensación:“Este modelo ha privilegiado de manera descompensada la centralidad del mercado, extendiéndola a todos los niveles de la vida personal y social… Se ha pretendido corregir el mercado con bonos y ayudas directas descuidando la justicia y equidad en los sueldos… Hoy escandalosamente hay en nuestro país muchos que trabajan y, sin embargo, son pobres”.
Y si de concreciones se trata, no duda en invitar a revisar el sistema impositivo: “El argumento de que un cambio retrasaría el crecimiento puede ser falaz, porque un paso más lento puede conseguir que nuestro andar sea más seguro y sustentable para llegar a la meta de ser un país genuinamente desarrollado y en paz.”
No puedo resumir toda la carta. Me quedo con el diagnóstico lúcido, crítico y esperanzador a la vez, pero sobretodo con su espíritu: la carta busca solidarizar y promover la justicia.
Por lo mismo, lejos de dictar cátedra, es humilde y se hace cargo de la falta de credibilidad que tienen las palabras de la Iglesia hoy. Pide perdón y muestra preocupación porque “muchos perciban nuestro mensaje actual como una moral de prohibiciones usada en otros tiempos, y que no nos vean proponiéndoles un ideal por el cual valga la pena jugarse la vida”.
La palabra no basta, eso lo sabían los obispos. Por eso si los obispos necesitaban una manera más viva de mostrar el espíritu de la carta, lo tuvieron al día siguiente.El dibujito que explicaba la carta y que encarnaba su espíritu era la vida de Pierre Dubois.
No se trata de la perfección hecha hombre, al contrario, justamente el tema es que teniendo una personalidad dura, teniendo que pedir perdón varias veces, la vida de Dubois, por mérito de él o sin él, fue rostro de solidaridad, misericordia, defensa de los perseguidos, inclusión del marginado, sencillez, valentía. Rostro de Jesús.
Usted elija la imagen. Dubois de Francia al Chile obrero. Dubois en “La Caro”, “La Victoria” o “Lo Espejo”. Dubois con los brazos abiertos por la línea férrea interponiéndose a un operativo de Carabineros pidiendo que no masacraran la población. Dubois, detenido, golpeado, y con su amigo Jarlán muerto. Dubois llorando. Dubois, expulsado de Chile subiendo las escaleras del avión. Dubois caminando lento con la espalda torcida y la mano temblorosa por el parkinson. Dubois en silla de ruedas en la vigilia en apoyo a los huelguistas mapuches.Dubois convenciendo a un joven que deje la droga. Dubois riendo. Dubois siendo despedido con lágrimas por sus vecinos.
Los obispos transmitieron el mensaje, la vida de Pierre Dubois lo explicó.