Hay experiencias personales, profundamente dolorosas, que tienen la capacidad de remecer y transformar tanto la vida de quien la vive directamente, como la de las personas más cercanas. No siempre existe la posibilidad, la voluntad o la capacidad para significar una vivencia en extremo dolorosa o límite.
Pienso en varios casos que he conocido y en particular en Trinidad y en Daniela, en sus familias y en sus comunidades más cercanas. Ambas jóvenes y sus respectivas familias nos han dado testimonios de genuina generosidad, solidaridad y esperanza, haciendo del dolor un medio que permite borrar toda diferencia para unirse en lo central y fundamental, en este caso, la vida.
A nivel país, hace días que estamos siendo testigo de hechos tan dolorosos y extremos como la temprana muerte de estas dos jóvenes, la muerte de personas en la calle a causa del frío.
Las muertes de estas personas nos invitan y nos ofrecen la gran oportunidad de volver la mirada a lo fundamental y central respecto del tipo de país que estamos permanentemente construyendo.
Estas muertes por frío, nos demuestran que todavía somos incapaces de resolver una necesidad tan básica como es el abrigo, enrostrándonos la cantidad de energía y todo tipo de recursos que destinamos en asuntos que al final son tremendamente irrelevantes y poco significativos para el país.No hay ninguna justificación para que en Chile una persona fallezca de frío.
Junto con escandalizarnos ante la muerte de una persona a causa del frío, deberíamos preguntarnos las causas profundas de por qué siguen ocurriendo. Es la oportunidad para llevarnos a una reflexión algo más compleja y extendida, superando los simplismos, las culpas y los aprovechamientos mezquinos que en nada aportan.
El que una persona muera de frío en Chile es muy doloroso, es un dolor del que debiéramos apropiarnos como país, no dejarlo pasar, para darle paso al sentido, a la transformación positiva en la colocación, por ejemplo, de nuestras prioridades y preocupaciones como sociedad.
Así como las sucesivas muertes de Daniela primero, seguida por la de Trinidad, nos están remeciendo y están siendo íntimamente dolorosas para sus familias, confiemos que las muertes por frío de las personas en la calle, también lo sean para todos nosotros, y tomemos la oportunidad de ser un mejor país a partir de la unión en el dolor.