¡Hola!, me dijo sonriente apenas me vio aparecer a buscar mi desayuno.
Yo, cuando está así de contenta, desconfío de lo que está por venir, y casi nunca me equivoco.
Hola abuela, ¿qué estás haciendo?
Mira lo que tengo aquí, me dijo enseñándome varios recortes de diario.
El primero de ellos mostraba a un senador de la República sosteniendo que “la falta de generosidad de la comunidad judía impide que Chile tenga una ley antidiscriminación” (el senador Eugenio Tuma). En este recorte, Tuma decía que su oposición a las indicaciones del señor Zaliasnik y de otros estaba motivada porque se quería establecer sólo una antidiscriminación respecto del antisemitismo. Tuma hacía ver en su argumentación que “debían protegerse a todos: judíos, mapuches, griegos, españoles y palestinos…”.
El segundo recorte mostraba al presidente de la comunidad judía quien sostenía: “si hay un grupo que ha defendido la ley antidiscriminación y la lucha por la igualdad hemos sido nosotros”.
¿Qué te parece?, me preguntó.
Bueno. Me parece que sólo se trataría de una falta de comunicación: es evidente que la ley debe proteger a todos quienes pueden estar en situación de ser discriminados negativamente.
¿Y si se discrimina positivamente?
Bueno abuela, no compliquemos la conversación. Hay muchos que sostienen que las discriminaciones positivas, que en su origen estaban dirigidas a grupos que históricamente y a causa de la discriminación (que siempre fue negativa) habían sido maltratados, pudieran mejorar su condición.
No le gustó mucho mi respuesta y me pasó el tercer recorte: en este el diputado jefe de la bancada de la UDI, Felipe Ward sostenía: “esta ley debe servir para el objetivo que está descrito, que es evitar cualquier tipo de discriminación”. Ward dijo que enfrentarán la suma urgencia puesta por el gobierno velando por que esta ley no abra una puerta al matrimonio homosexual.
Bueno abuela. Tú sabes que hay personas que opinan que el matrimonio tiene como fin procrear y, en ese sentido, piensan que no es posible aceptar que dos personas que no pueden procrear contraigan matrimonio.
Sonrió y me dijo: ¿Hay que presentar al oficial civil o al cura una declaración jurada que indique que los futuros cónyuges piensan procrear?; o, en su defecto ¿un certificado médico que diga que pueden procrear?; ¿es inválido o nulo un matrimonio si no procreas?
Abuela, ¡¡¡por favor!!!
Nada de por favor, me dijo en tono severo. ¿Qué crees que se necesita para contraer matrimonio?
Bueno abuela, yo creo que tener un proyecto de vida en común, estar dispuesto a compartir, transformar la condición de individuos en familia, ayudarse mutuamente y, por cierto, eso que es tan propio de los humanos: “estar enamorados”; ese estado en el cual todo lo anteriormente descrito se transforma en un comportamiento habitual de la pareja.
Bueno, me dijo mirándome fijamente: todo lo que has descrito es válido para parejas homosexuales o heterosexuales.
Bueno sí, por eso, al menos yo creo que el matrimonio como institución civil debe ser para cualquier pareja que tenga vocación de familia.
¿Sin importar el sexo?
Sí abuela, sin importar el sexo. Por cierto que las religiones y sus respectivas iglesias pueden tener sus normas, y opciones, y requisitos; mas la norma ciudadana establecida en las leyes e institucionalidad debe indicar que el matrimonio es para quienes, cumpliendo las condiciones mencionadas, desean establecer un contrato de vida en común.
Sonrió. Y luego me preguntó: ¿te has fijado que las parejas heterosexuales se casan cada vez menos?
Es cierto abuela. Los jóvenes conviven y no se casan o lo hacen ya mayores.
Sí me dijo, es paradojal que las parejas homosexuales se quieran casar y las heterosexuales no.
Terminé mi desayuno pensando que esta era una conversación más donde mi abuela había mezclado varios temas y que no quedábamos con una conclusión clara. Fue cuando mi antiguo temor respecto que ella lee mi pensamiento recobró fuerza.
Mira me dijo. En Chile no tendremos una ley antidiscriminación decente mientras nuestros actores políticos no entiendan que se debe legislar para el país. Si discriminamos en el proceso legislativo, estamos condenados.
Luego de esto se me ordenaron las ideas y nos despedimos con el cariño de siempre.