24 mar 2012

Maldito estigma

Canal 13 llamó la atención con un tema de mucha actualidad, con la emisión del reportaje titulado “Inocentes tras las rejas”.

Durante el año pasado 588 fueron las personas que salieron de algún recinto carcelario, luego de comprobarse su inocencia. Esto significa que tuvieron que convivir meses, incluso en algunos casos años, en situación dramática y probablemente siendo tratadas como delincuentes comunes o pervertidos sexuales, con todo el riesgo que significa para su integridad física o la propia vida.

Todos sabemos lo complejo y difícil que es para una persona, luego de pasar por la cárcel, sea imputada o condenada, incorporarse a la sociedad, al hogar, a la relación con los hijos y a tener un trabajo digno.

Lo anterior, debido a que la estructura penitenciaria, tal como está concebida hoy, se organiza y confluye a la discapacitación social y relacional de quienes están en privación de libertad.

Por años la Fundación Paternitas ha tomado conocimiento de este problema y ha comprobado, con su trabajo de excelencia, que la recuperación del daño causado requiere, por decir lo menos, mucho tiempo de atención, de acompañamiento y educación, permitiendo disminuir en parte las heridas espirituales, emocionales , psicológicas y neuropsiquiátricas que causaron dicho encierro.

En este sentido no basta que el organismo respectivo le informe al sujeto afectado, que no tiene ninguna responsabilidad en la imputación, porque los meses o años privado de su libertad le deja una marca indeleble, de por vida, no sólo a la persona, sino también a su entorno familiar.

Tenemos que exigirle a la autoridad respectiva, más acuciosidad y profesionalismo en estos procesos, para que este tipo de errores no se repitan, más aún cuando nuestro país ostenta poseer tecnología de punta en varios ámbitos.

Este es un tema muy delicado, no puede haber negligencia, ya que no se trabaja con animales, sino con seres humanos, con historias, sueños, familias y esperanzas.

Una indemnización contundente y de por vida, todavía no sería suficiente para sanar la fractura que profesionales indolentes provocaron.

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