02 ene 2012

¿Por qué no se respetan los derechos humanos?

Los derechos humanos son los que nos corresponden en cuanto hombres. Esto quiere decir que por el hecho de ser lo que somos, tenemos ciertos derechos que debieran ser respetados. Pero los derechos existen únicamente en la medida en que sean reconocidos por quienes deben respetarlos. Por lo tanto, nuestros derechos dependen de que los demás los reconozcan.

En ese sentido, no son algo cuya eficiencia resida en nosotros mismos, sino que, paradójicamente, siendo nuestros, dependen de los demás hombres. Lo único que nos cabe a nosotros en cuanto a ellos, es respetar los de los demás. Ese es el primer paso para que se respeten los nuestros.

¿Pero, quién puede asegurar que los otros actuarán igual que nosotros cuando estamos dispuestos a reconocerlos?

Hay por lo tanto un riesgo que se corre de respetar al otro sin ser respetado, aunque esta sea la única manera de abrirles paso en nuestro mundo. De ahí la contradicción en que cae quien los atropella: hace algo con el otro que él no quisiera que le hicieran a él. De donde la antigua enseñanza ética de “no hagas al otro lo que no quieres que hagan contigo”.

Todo esto significa que estos derechos existen como una opción que cada cual debiera tomar, estando obligado a ello solo por un acto libre y voluntario.

Nada nos obliga a respetar los derechos humanos, solo nuestra propia decisión de hacerlo, movidos por un principio de reciprocidad hacia los demás.

Por eso, avasallar al otro es romper la obligación mutua que permite la vida en común, es atropellar nuestra condición de seres humanos, es negar que una sociedad de individuos libres e iguales sea posible.

Pretender defender la vida democrática atropellando los derechos humanos es una contradicción ética y teóricamente inadmisible, porque la democracia se sustenta en el respeto a los demás, esto es, en el reconocimiento de la igualdad de todos los ciudadanos.

Pero, ¿en qué somos iguales? Si miro a mi alrededor, solo veo diferencias. Todos somos diferentes: por sexo, por nacionalidad, por pertenencias culturales, por religiones, por opciones políticas, por determinaciones físicas, etc. ¿Dónde está nuestra igualdad?

En la antigüedad solo eran iguales los ciudadanos, los que participaban de la vida política, y, por lo tanto, estaban excluidos de esta igualdad: los esclavos, las mujeres, los niños, los extranjeros, etc.

En la Edad Media, sin dejar de existir un fuerte acento en la desigualdad, se fue abriendo paso un cierto sentido de igualdad a partir de la idea de que todos somos “hijos de dios”, aserto que no logró jamás borrar las diferencias entre amos y esclavos, señores y siervos, hombres y mujeres, etc.

Sólo con la modernidad llegó por fin un sentido de universalidad que se ha ido abriendo paso lentamente hasta nuestros días, sin que todavía se pueda considerar terminado este proceso. Somos todos iguales en cuanto ciudadanos.

Sin embargo, la realidad de las naciones, las diferencias entre ricos y pobres, la fuerza de las diferentes pertenencias políticas y religiosas siempre han sido hasta ahora un obstáculo infranqueable al reconocimiento definitivo de la universalidad humana.

Entonces, ¿en qué podemos decir verdadera y definitivamente que somos todos iguales?

Creo que en nuestra condición, en nuestra circunstancia, en nuestra forma de existir: somos todos mortales, finitos, entregados a la responsabilidad de asumir individualmente nuestra propia vida, que nadie puede vivir por nosotros, estamos en medio de un universo, cuyo sentido último se nos escapa por todos lados.

Aunque se nos ofrezcan muchas respuestas tranquilizadoras desde los diferentes mitos y creencias que se disputan nuestras conciencias desde el comienzo de los tiempos, no sabemos con certeza qué hemos venido a ser a este mundo.

Las religiones nos dividen, pero la desesperación y el desamparo que les da origen, nos unen.

Los proyectos políticos nos dividen, pero la conciencia de que todo intento humano por mejorar la vida es solo una apuesta, nos une.

La imposibilidad de tener una respuesta absoluta en la que afirmar nuestras vidas es mucho más poderosa que todos los intentos de encubrimiento de los enigmas y misterios que nos rodean y que tratamos de ocultarnos a través de doctrinas y dogmas que finalmente solo nos procuran una tranquilidad provisoria e imaginaria.

Si todos los seres humanos fueran capaces de reconocer la indigencia de fondo que hay en toda vida humana y si en lugar de avanzar respuestas apresuradas sobre nuestra condición, sobre el sentido de nuestra existencia, sobre nuestro destino, si en lugar de entrar en los sectarismos y fanatismos políticos que pretenden saber con certeza qué es lo mejor para nuestras sociedades, si en lugar de eso, digo, se contentaran con asumir en toda su profundidad el misterio y el abismo que la caracteriza, se respetarían por fin los derechos del hombre, cuya base no es otra que la conciencia de esta precariedad infinita.

Nuestra vida es una mínima pausa entre dos oscuridades herméticas que nadie podrá jamás desentrañar. El que asume el misterio de la existencia humana en todo su insondable alcance no podría jamás tratar a otro hombre como un medio, ni manipular su cuerpo, ni intentar forzar su conciencia, porque tendría que reconocer que en verdad no sabe lo que está haciendo.

Y eso es finalmente lo que ciertamente ocurre: si encaramos nuestra circunstancia honestamente, más allá de todas las respuestas que se han intentado dar y que seguirán existiendo y surgiendo en este mundo, tendremos que reconocer que el hombre es un gran misterio para sí mismo. Es eso lo que nos hace iguales.

Lamentablemente hasta ahora solo unos pocos han sido capaces de reconocerlo. La mayoría vive en un mundo de respuestas hechas, haciendo oídos sordos al llamado de este insondable silencio. Por eso, el respeto universal a los derechos humanos sigue siendo todavía una lejana meta en un incierto horizonte.

Ver en el otro la otredad infinita que también observa asombrada desde su finitud la inabordable inmensidad del cosmos, al mismo tiempo que descubre el desamparo de su propia existencia, es la única experiencia que puede crear entre los hombres el deseo de darse una mano, en vez de buscar anularse mutuamente inclinándose ante el poder irrefrenable del dolor y de la muerte.

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  • http://www.facebook.com/people/Maximo-Pacheco/100002368865570 Maximo Pacheco

    Palabras, palabras, palabras……pareces politico….

    • http://www.facebook.com/profile.php?id=1132855364 John Trevor Hubber

      Que ignorante Máximo ( nombre ironía  para tus cortos planteamientos), sin palabras no tenemo ideas, conceptos,análisis ni cambios, las palabras pueden cambiar el mundo o no escuchaste nunca “Imagine”?

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      Que ignorante Máximo ( nombre ironía  para tus cortos planteamientos), sin palabras no tenemo ideas, conceptos,análisis ni cambios, las palabras pueden cambiar el mundo o no escuchaste nunca “Imagine”?

  • Anónimo

    Que manera más elegante de decirle a todo el mundo Ignorantes.

  • Vase_Ctomia

    Que manera más elegante de decirle a todo el mundo Ignorantes.

  • http://www.facebook.com/people/Ivan-Elias/1187251618 Ivan Elias

    El pensamiento separado de la realidad.
    El sistema capitalista es que no reconoce ningún derecho humano, sólo la ganancia es su esencia.
    Tenemos que en Chile por ejemplo el agua ya no es de todos los chilenos, sino de Cobun y Endesa, más del 90% les pertence, hemos sido despojados de este derecho humano, que es el derecho más vital, del agua depende la vida.

    • Tomas Miranda

      Estimado: los derechos humanos han sido violados en diferentes sistemas económicos, no es esencial al asunto. Saludos cordiales,

  • http://www.facebook.com/people/Ivan-Elias/1187251618 Ivan Elias

    El pensamiento separado de la realidad.
    El sistema capitalista es que no reconoce ningún derecho humano, sólo la ganancia es su esencia.
    Tenemos que en Chile por ejemplo el agua ya no es de todos los chilenos, sino de Cobun y Endesa, más del 90% les pertence, hemos sido despojados de este derecho humano, que es el derecho más vital, del agua depende la vida.

    • Tomas Miranda

      Estimado: los derechos humanos han sido violados en diferentes sistemas económicos, no es esencial al asunto. Saludos cordiales,

  • http://twitter.com/PatriciaCocq Patricia Cocq

    Estimado, quisiera recomendarle que use un lenguaje inclusivo, los derechos humanos son de hombres y mujeres. Es un derecho nombrar a la mitad de la población de nuestro planeta. Saludos

  • http://twitter.com/PatriciaCocq Patricia Cocq

    Estimado, quisiera recomendarle que use un lenguaje inclusivo, los derechos humanos son de hombres y mujeres. Es un derecho nombrar a la mitad de la población de nuestro planeta. Saludos

  • Anónimo

    Reflexión profunda sobre el ser humano, válida para todo tiempo y lugar. No veo que Eduardo se abanderice por un género, ni que esté hablando de contingencia política.  Lo que sí aprecio es su visión amplia, más escasa de lo que uno quisiera. Gracias por el aporte!

  • CarmenGoni

    Reflexión profunda sobre el ser humano, válida para todo tiempo y lugar. No veo que Eduardo se abanderice por un género, ni que esté hablando de contingencia política.  Lo que sí aprecio es su visión amplia, más escasa de lo que uno quisiera. Gracias por el aporte!

  • http://twitter.com/osorior Rodrigo Osorio

    Estimado Eduardo:

    Creo que los derechos humanos son aquellos  que en cuanto seres humanos, nos hemos puesto
    de acuerdo como naciones, nos corresponden frente al Estado. Su universalidad
    radica en que su ejercicio debiera darse sin consideración de la pertenencia de
    la persona titular a un determinado grupo o estamento social o ubicación
    territorial.

    Coincido en que los derechos se cumplen como una opción
    voluntaria, sin embargo, su incumplimiento debiera acarrear  el castigo que el propio derecho establece.

    Cierto que sería mejor respetar el derecho movidos por un
    principio de reciprocidad y reconocimiento de la buena convivencia que por
    temor al castigo.

    De ahí vigente y civilizada la enseñanza confuciana que dice
    “No hagas a otros aquello que no te gustaría que te hicieran a ti, ni te
    hagas a ti lo que no le harías a los demás.”

    Opino, que en la diversidad humana la petición de igualdad
    ante la ley es un intento de establecer puentes de justicia en nuestra diversa
    forma de existir, en la variedad de nuestra condición y en la disparidad de
    nuestras circunstancias.

    Si bien ateo, dudo que el origen de las religiones sea la
    desesperación y el desamparo, ciertamente una visión desencantada, quizá mejor
    explicación y encanto sería la búsqueda de certidumbres.

    Hay épocas de gran infortunio en la historia de la humanidad
    donde  se ha instalado en la comunidad un
    sentido de indigencia, abismo y precariedad de la existencia donde el
    comportamiento de las personas ciertamente no ha sido propicio para el respeto
    a los derechos humanos.

    Debo decir que no estoy en sintonía con el ninguneo de la
    política, pues considero que solo en una mirada muy miope se podría considerar
    que  las diferencias y afinidades
    políticas serían un obstáculo infranqueable al reconocimiento de la “universalidad”
    humana. Al contrario, creo que en el balance histórico la política y su
    ejercicio han sido una contribución a tal reconocimiento y, además, la política
    y quienes la ejercen serán un bien necesario para cualquier tipo de gobierno de
    en el futuro. Ojalá los profesores y los políticos recuperaran el prestigio fundado
    que alguna vez tuvieron.

    Entonces con mucho respeto a tus ideas creo que los DDHH son
    más propios de un horizonte optimista por construir y la vida, sabores y
    sinsabores, pueden concebirse como algo valioso y suculento en vez irrefrenables
    dolor y muerte.  En este sentido, no me
    parece extraño que solo unos pocos hayan escuchado el llamado insondable del inevitable
    silencio final mientras que la mayoría atienda al rugido vital del mundanal
    ruido.

    Cordialmente,

    Rodrigo Osorio

  • http://twitter.com/osorior Rodrigo Osorio

    Estimado Eduardo:

    Creo que los derechos humanos son aquellos  que en cuanto seres humanos, nos hemos puesto
    de acuerdo como naciones, nos corresponden frente al Estado. Su universalidad
    radica en que su ejercicio debiera darse sin consideración de la pertenencia de
    la persona titular a un determinado grupo o estamento social o ubicación
    territorial.

    Coincido en que los derechos se cumplen como una opción
    voluntaria, sin embargo, su incumplimiento debiera acarrear  el castigo que el propio derecho establece.

    Cierto que sería mejor respetar el derecho movidos por un
    principio de reciprocidad y reconocimiento de la buena convivencia que por
    temor al castigo.

    De ahí vigente y civilizada la enseñanza confuciana que dice
    “No hagas a otros aquello que no te gustaría que te hicieran a ti, ni te
    hagas a ti lo que no le harías a los demás.”

    Opino, que en la diversidad humana la petición de igualdad
    ante la ley es un intento de establecer puentes de justicia en nuestra diversa
    forma de existir, en la variedad de nuestra condición y en la disparidad de
    nuestras circunstancias.

    Si bien ateo, dudo que el origen de las religiones sea la
    desesperación y el desamparo, ciertamente una visión desencantada, quizá mejor
    explicación y encanto sería la búsqueda de certidumbres.

    Hay épocas de gran infortunio en la historia de la humanidad
    donde  se ha instalado en la comunidad un
    sentido de indigencia, abismo y precariedad de la existencia donde el
    comportamiento de las personas ciertamente no ha sido propicio para el respeto
    a los derechos humanos.

    Debo decir que no estoy en sintonía con el ninguneo de la
    política, pues considero que solo en una mirada muy miope se podría considerar
    que  las diferencias y afinidades
    políticas serían un obstáculo infranqueable al reconocimiento de la “universalidad”
    humana. Al contrario, creo que en el balance histórico la política y su
    ejercicio han sido una contribución a tal reconocimiento y, además, la política
    y quienes la ejercen serán un bien necesario para cualquier tipo de gobierno de
    en el futuro. Ojalá los profesores y los políticos recuperaran el prestigio fundado
    que alguna vez tuvieron.

    Entonces con mucho respeto a tus ideas creo que los DDHH son
    más propios de un horizonte optimista por construir y la vida, sabores y
    sinsabores, pueden concebirse como algo valioso y suculento en vez irrefrenables
    dolor y muerte.  En este sentido, no me
    parece extraño que solo unos pocos hayan escuchado el llamado insondable del inevitable
    silencio final mientras que la mayoría atienda al rugido vital del mundanal
    ruido.

    Cordialmente,

    Rodrigo Osorio

  • Anónimo

    De acuerdo con el reconocimiento de nuestra igualdad frente a la existencia, lo casual de haber aparecido en esta sopa… Pero no veo que de allí se derive el respeto a los “derechos humanos” o a lo que fuere. Me parece faltan argumentos de tipo biológicos, culturales, utilitaristas…. No se, hola que tal, si … Nadie nos pregunto nada y estamos aquí, pum! Toma mazazo y te rompo el cráneo o te pago un sueldo miserable y me importa un pepino…. La única forma de derivar el respeto a los derechos humanos de esta premisa, a saber, el absurdo y lo casual y lo enormemente increíble de nuestra existencia es que cualquier acción es absurda, dentro de ellas, la de violar los derechos del otro. Pero sin duda, no establece relación de necesidad.

    Saludos

  • Daniel_Beza

    De acuerdo con el reconocimiento de nuestra igualdad frente a la existencia, lo casual de haber aparecido en esta sopa… Pero no veo que de allí se derive el respeto a los “derechos humanos” o a lo que fuere. Me parece faltan argumentos de tipo biológicos, culturales, utilitaristas…. No se, hola que tal, si … Nadie nos pregunto nada y estamos aquí, pum! Toma mazazo y te rompo el cráneo o te pago un sueldo miserable y me importa un pepino…. La única forma de derivar el respeto a los derechos humanos de esta premisa, a saber, el absurdo y lo casual y lo enormemente increíble de nuestra existencia es que cualquier acción es absurda, dentro de ellas, la de violar los derechos del otro. Pero sin duda, no establece relación de necesidad.

    Saludos

  • Anónimo

    Estoy de acuerdo en el reconocimiento de la igualdad que tenemos de haber aparecido en esta sopa existencial sin que nadie nos preguntara y que luego nos vamos a negro, sin cruzarnos con la Parca (mezclando a Borges con los cinicos). Pero de esto no se deriva, me parece, el respeto “activo” a los “derechos humanos”, sean estos entendidos como fuere. De la premisa del absurdo existencial puedo derivar el absurdo de cualquier acción, y entre ellas cualquier violacion a los derechos humanos… Pero no se establece una relacion de necesidad. Faltarian, segun yo, argumentos biologicos, culturales, y otras hierbas.

    Saludos.

  • Daniel_Beza

    Estoy de acuerdo en el reconocimiento de la igualdad que tenemos de haber aparecido en esta sopa existencial sin que nadie nos preguntara y que luego nos vamos a negro, sin cruzarnos con la Parca (mezclando a Borges con los cinicos). Pero de esto no se deriva, me parece, el respeto “activo” a los “derechos humanos”, sean estos entendidos como fuere. De la premisa del absurdo existencial puedo derivar el absurdo de cualquier acción, y entre ellas cualquier violacion a los derechos humanos… Pero no se establece una relacion de necesidad. Faltarian, segun yo, argumentos biologicos, culturales, y otras hierbas.

    Saludos.