La seguridad ciudadana ha pasado a ser un elemento clave en la percepción de la calidad de vida, las encuestas lo colocan como uno de los temas más importantes de enfrentar en las agendas de los gobiernos locales y nacionales.
Si bien, las autoridades reaccionan, parecen lograr poco ante la enorme complejidad del problema y los largos plazos que se necesitan para lograr efectos significativos.
El asesinato de Vicente, un niño de tan sólo 5 años, en el Transantiago a horas de que el Gobierno informara el aumento de los índices de delincuencia, es una cruda ironía que nos recuerda que tras las cifras, hay seres humanos afectados de manera violenta y brutal por un fenómeno que está lejos de desaparecer.
Las promesas de campaña del entonces candidato, y actual Presidente, Sebastián Piñera, sobre el término de la “puerta giratoria” y que a los delincuentes “se les acabaría la fiesta” han quedado reducidas a frases demagógicas, que sólo buscaban votos en una sociedad con sentimiento de inseguridad, cada vez más cansada de conocer nuevos asaltos, homicidios, femicidios y bombas.
Las últimas cifras reflejan un aumento del 10,1% en los delitos de mayor connotación social y de casi 18% en los robos con intimidación durante los últimos tres meses.
En Chile no estamos acostumbrados a estas cifras, el escenario ha cambiado, bombas en bancos, asesinatos en el Metro y el Transantiago y asaltos extremadamente violentos y crueles, están siendo peligrosamente parte del escenario del país.
La ex presidenta Bachelet declaró hace pocos días que ante la delincuencia se requiere una “mano firme, pero inteligente” y ahí está el corazón del tema.
¿Es inteligente culpar a las movilizaciones estudiantiles y a los jueces por el aumento de la delincuencia? Es imposible que un país que no le destina recursos a la seguridad de sus habitantes, logre una buena evaluación.
El Gobierno ha reprobado en uno de los temas más importante para la cotidianidad de los ciudadanos: el caminar tranquilos y seguros por sus calles, plazas y avenidas, y estos índices son reflejos de la ineficiencia e improvisación del Gobierno en la política de seguridad.
No basta para enfrentar el tema frases del marketing o anuncios publicitarios, es necesario una intervención social acompañada de una política de recuperación de los espacios públicos. Una política de seguridad exitosa es aquella en que los ciudadanos se sienten parte de la solución y no del problema.
Queda claro que se necesitan más Carabineros, más Policías de Investigaciones, más Jueces y más personal en el Ministerio Público, el resto es pura demagogia.
Esa debe ser la tarea del Gobierno y no sólo responsabilizar a otros del fracaso en esta lucha. Mucho más importante que buscar responsabilidades en el patio del lado, es asumir las propias y así cumplir con la promesa de que a los delincuentes se les acabe la fiesta.