Hace unas semanas tuvimos en La Araucanía una triste noticia: Miguel Ángel, el famoso “niño de los perros” dejó de existir con apenas 22 años.
Una víctima de la calle y un ejemplo de lo cruel que puede resultar esa realidad. Y se convirtió en noticia.
Las redes sociales reflejaron la realidad tal cual es: indiferencia e indolencia de algunos, sentimiento de culpa de otros, pero también triteza y compasión de muchos.
Por sobre todo, dejó una amarga sensación de invisibilidad de una realidad que viven muchos chilenos. Quizás esto cambiaría si estuvieramos concientes de que puede pasarle a cualquiera.
Pero también fuimos testigos de miles de voluntarios en el país que rompieron sus rutinas y participaron activamente del catastro con la esperanza de encontrar a todas las personas que viven en la calle.
Prácticamente 200 voluntarios recorrieron durante 5 días, con sus noches, los 140 puntos de calle a lo largo y ancho de 22 comunas de La Araucanía.
Y el mejor resultado no sólo fue la realización de 398 encuestas, sino el compromiso que se logró por parte de toda la región, especialmente de los voluntarios, quiénes permitieron que esta realidad, muchas veces ajena, sea comprendida como uno de los problemas de los cuales tenemos que hacernos cargo como sociedad en conjunto.
Si bien el Catastro Calle 2011, organizado por Mideplan, futuro ministerio de Desarrollo Social, es el primer paso hacia una política justa en pos del sueño de un Chile de seguridades, nos permitirá visibilizar de mejor forma la realidad de la calle.
Pero no sólo la fotografía actual y las consecuencias, sino que mucho más importante todavía, las causas que llevan a muchas personas a vivir en ella.
El compromiso del gobierno del presidente Sebastián Piñera es hacer realidad el sueño de un Chile sin extrema pobreza, y para eso es necesario que abordemos este tema ya que las personas que viven en la calle son los más pobres entre los pobres, muchas veces olvidados, otras, invisibles.
Fueron más de 220 comunas, 2.800 puntos de calle a lo largo del país, 5 días continuos con más de 8 mil voluntarios que se pusieron la camiseta por la gente de la calle.
El siguiente paso, que podremos dar gracias a este catastro, es generar las políticas adecuadas para atacar la tremendamente compleja realidad que presenta la calle día a día.
Y este esfuerzo es premio para muchas personas e instituciones que anónimamente dedican esfuerzos para entregar alimentos, abrigo y esperanza a las personas en situación de calle.
El gobierno ha aceptado el desafío de generar esfuerzos en la lucha de la superación de la pobreza particularmente para la gente los más pobres.
Hemos sido testigos de cómo a través del Plan de Invierno y Noche Digna en varias regiones hemos podido aumentar y hasta duplicar los cupos para albergues, como en el caso de La Araucanía que pasamos de 30 a 60, de invertir recursos para alimentación, kit de aseo, abrigo, y junto con eso, generar sinergías positivas con las redes de calle de cada una de nuestras regiones.
Para que las vidas de Miguel Ángel y muchos otros anónimos no se transformen en un episodio triste en nuestra historia debemos asumir el compromiso que nos convoca para ser parte de la transformación de Chile en un país más justo, de seguridades, oportunidades y valores.
Y esto, por supuesto, es tarea de todos nosotros.