La Fundación Paternitas desde hace algunos años incorporó en su trabajo con los usuarios la atención neuropsiquiátrica, entendiéndose por ello el oportuno diagnóstico y tratamiento.
Los resultados obtenidos, en cuanto a la recuperación de un pasado complejo y la inserción laboral y familiar, han sido exitosas.
Contrasta con lo señalado la experiencia que viven algunos jóvenes en los centros privativos de libertad del país: la violencia irracional la agresión extrema, los apuñalamientos, etc. son las constantes, su recurrencia es alarmante.
Urge entonces que las políticas estatales asuman esta problemática con una mirada social e integradora.
Una condena que no trate en profundidad las consecuencias de la acciones delictuales es, a lo menos, sesgada, y compromete seriamente el uso de los recursos entregados por todos los contribuyentes.
¿Cuándo será cuando las penas privativas de libertad sean abordadas adecuadamente y desde todos los ángulos que exige la complejidad de las mismas, para que nunca más algún joven, producto de peleas y pateaduras termine parapléjico, otros gravemente apuñalados y otros violentados sexualmente?