Un 2 y un 7. Esa es la peor combinación de cartas que uno puede tener en el póker. Es tan difícil ganar, que lo que muchos jugadores hacen es mentir o al menos blufear: apostar en grande para hacer creer a los demás que sus cartas son mejores, y forzarlos a retirarse del juego.
Eso está hacienda BAT (British American Tobacco) con el gobierno de Chile. Sabe que sus cartas son malas, que una ley más restrictiva tiene altas probabilidades de ser aprobada. ¿Qué hace entonces? Blufea amenazando con que se irá del país.
¿Es esta amenaza creíble? Ciertamente no. ¿Debe el gobierno retroceder en su proyecto de ley? La respuesta también es no.
Desde el punto de vista de la autoridad, el problema es claro: 40 % de la población chilena fuma y el tabaco causa 16.500 muertes al año en Chile. El objetivo de la ley es fundamentalmente desincentivar que los niños comiencen a fumar, con diversas medidas: cajetillas genéricas, de un solo color para todas las marcas, sin diseños atractivos para jóvenes, no permitiendo ventas en dispensadores automáticos (que no consultan la edad del fumador) y prohibiendo la venta de cigarrillos con sabores, cuyo único objetivo es generar mayor adicción en los menores, quienes en Chile son los mayores consumidores de cigarros mentolados. Todas estas medidas, del punto de vista de la salud pública son acertadas.
Respecto a la amenaza de BAT, esta parece poco sincera. Por un lado, países como Australia, Canadá, Finlandia o Brasil tienen legislaciones tanto o más duras que las propuestas para Chile (especialmente Australia). Sin embargo, ahí BAT está tranquilamente trabajando.
El negocio en Chile además es muy bueno: le reporta $ 50 000 millones de pesos al año en utilidades de un mercado en el que tiene el 93% de la participación.
¿Por qué motivo irse entonces? Las medidas del gobierno apuntan sobre todo a desincentivar el consumo en menores de edad. Sin embargo, la demanda las conductas de los fumadores difíciles de modificar sólo variando detalles en la oferta del producto puesto el cigarro es una sustancia adictiva. Si a esto sumamos, que BAT casi no tiene competencia, es poco probable que en el corto plazo sus utilidades disminuyan sustantivamente.
¿Y qué pasa si se va? Poco. La tabacalera inglesa emplea en nuestro país a 1000 personas en sus oficinas que se reubicarán en otros ámbitos comerciales o gerenciales y a otros mil agricultores en la cosecha de tabaco, fundamentalmente en la Región de O’Higgins, que en teoría deberían buscar una nueva forma de empleo en la agricultura. Por su parte, los puntos de venta de tabaco no tienen éste como su único giro, por lo cual es improbable que se produzca desempleo en ese sector.
Sin embargo, ¿alguien duda que con utilidades de 50 000 millones al año, no querrá Philip Morris u otra tabacalera tomar esa tajada que los ingleses dejarán libre?
Como parte de la comunidad médica de Chile, creo necesario que el proyecto considere ampliar la prohibición de fumar a cualquier espacio que atienda público.
Así, no se debería poder fumar en restaurantes, pubs, ni discotheques. Está comprobado que los espacios separados para fumadores no son efectivos, y al permitirse hoy fumar en terrazas, se mantiene a los no fumadores: niños, ancianos, adultos y muy especialmente a los trabajadores, constantemente expuestos a la toxicidad del tabaco, y por cierto obligados a arrinconarse al interior del recinto, impidiendo disfrutar de su derecho legítimo a un ambiente libre de contaminación.
Nadie pretende restringir la libertad de fumar, pero siendo esta una actividad perjudicial para la salud propia y la de otros, debe regularse su consumo de modo que sólo quien fuma, sufra las consecuencias y no el resto de la sociedad.
Es de esperar entonces, que el proyecto logre ser aprobado, y que si British American Tobacco quiere irse, lo que no resulta creíble, que lo haga. No la extrañaremos. A quienes si se echará de menos, es a los 16.500 chilenos que este año morirán producto del consumo de tabaco.