Preocupante es el nivel que ha tomado la discusión sobre el proyecto de ley que despenaliza el aborto en tres causales: inviabilidad del feto, riesgo de vida de la madre y por violación. Más que un debate con altura de miras, nos vemos insertos en una guerra valórica sin fundamentos claros, y que pierde sin duda el horizonte principal, si realmente aborda de manera seria una realidad tangible en nuestro país.
Y esta confusa guerra valórica, termina con el surgimiento de opinólogos y condenadores sociales, por hechos que aún ni siquiera acontecen, incluso con centros asistenciales de salud que amenazan con no cumplir una futura Ley.
El egoísmo que surge impresiona, cuando hablan sobre el aborto, todos quienes hablan, quieren imponer su creencia por sobre el bien común. Pero ¿quiénes piensan en esas mujeres que no quieren llevar adelante un embarazo inviable o que pone en peligro su vida, o peor aún, cuando una adolescente o mujer será madre de una guagua que le recordará el momento en que fue violada?
La despenalización del aborto no obliga a nadie a realizarlo en contra de su voluntad, la que quiere aborta, la que no, no lo hace.
Es más, creo profundamente que si bien este proyecto es un avance, debe ir encaminado a solucionar una realidad latente en nuestra sociedad, avanzando en el futuro para contar con una legislación que permita el aborto libre y seguro, en igualdad de condiciones para todas.
Hoy nos hemos centrado en hablar de aborto, los invito a abrir el debate e incluir temas de educación sexual, métodos de anticoncepción femenina y masculina, saquémonos las vendas y superemos el conservadurismo con el que cargamos, Chile debe avanzar y está en cada uno de nosotros el aportar a que esto suceda.