El flúor es un elemento natural presente en cada organismo, que por su gran afinidad con el calcio, se une a los huesos y dientes. Por ello, es reconocido por su cualidad de inhibir el comienzo y posterior desarrollo de las caries dentales, como así también por su capacidad de estimular la formación ósea.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la manera más efectiva y equitativa de lograr que la comunidad acceda a los beneficios del flúor para la prevención de caries dentales, es la fluoración del agua potable. En Chile esta medida se ha implementado progresivamente en 14 de las 15 regiones, alcanzando hasta ahora una cobertura del 72% de la población (Estudio MINSAL).
Pero también existen detractores de la masificación indiscriminada de este elemento, porque señalan que su sobreexposición puede aumentar la fluorosis, que es la prevalencia de manchas en el esmalte de dientes en la primera etapa de la infancia.
Asimismo, se ha comprobado la incidencia de problemas en la tercera edad al relacionarse el exceso de flúor en el organismo, con la ocurrencia de fracturas causadas por osteoporosis, en especial, en las caderas de mujeres y hombres expuestos a este elemento, durante un período inmediatamente posterior a la menopausia o climaterio masculino.
Estudios sugieren también, un vínculo con la inhibición de la inmunidad, la disminución de la tolerancia a la glucosa, la estimulación de la proliferación de las células de osteosarcoma, además de una relación con la generación del síndrome de Down.
La conclusión más consensuada en el mundo científico es que la fluoración del agua es inocua o beneficiosa durante edades tempranas de la vida (niños y adolescentes), pero es altamente inconveniente durante edades más avanzadas. En consecuencia, se recomienda preferir la administración de fluoruro adicionado a productos alimenticios que sean consumidos sólo por niños y adolescentes.
Desde mi visión, estoy de acuerdo con la aplicación de flúor, ojalá de forma tópica, a temprana edad, por su efecto comprobado en la disminución de caries y en la ayuda a volver a mineralizar los dientes.
Mi experiencia profesional me demostró que el daño dental en pacientes adultos que no fueron sometidos a fluoración a temprana edad, es muy superior al de aquellos que sí lo hicieron y que luego continuaron con aplicación de flúor dos veces al año.
Para mí, ésa es la fórmula que evita los daños sistémicos ya descritos, al mismo tiempo de lograr la nula aparición de caries, situación que nunca olvidemos también es fruto de una rigurosa higiene bucal y visitas periódicas al dentista.