Si bien es cierto que los adultos mayores se han acostumbrado a las falsas promesas para una mejoría de su calidad de vida, lamentablemente, vale la pena referirnos al trágico problema que en el ámbito de la salud afecta a este sector etario y, en particular, a los jubilados, pensionados y montepiadas a través de todo el país.
De hecho, conociendo la realidad que enfrentan los adultos mayores al concurrir a los centros hospitalarios, pienso que no ofrece ningún alivio el que se aumente cobertura en el Plan Auge para un determinado número de patologías, muchas de las cuales afectan a este sector etario, si a la hora de necesitar atención especializada debemos esperar meses y años para ver si tenemos suerte que se nos proporcione la atención requerida para males que en muchas oportunidades requieren de tratamiento inmediato y urgente.
Como dirigente gremial de pensionados, jubilados y montepiadas, a diario escucho el drama que enfrentan los asociados que deben acudir a los centros asistenciales en búsqueda de mejoría para sus males de salud. Existen aquellos pacientes que, frente a la gravedad de sus enfermedades, son derivados de consultorios a hospitales donde, sin considerar el grado de avance de la patología, son tramitados con horas de atención a futuro que, en la mayoría de los casos, nunca se concretan.
Efectivamente, pasan no semanas, sino meses y hasta años, a la espera de un llamado que confirme la atención del especialista al que el paciente fue derivado por su médico tratante. Si por fortuna ese llamado llega, la cita es a tempranas horas de la mañana, aunque el encuentro con el facultativo se materializa, si es que este se encuentra presente, recién a las 16 horas o más.
Lo señalo no solo por oídas, sino que puedo dar testimonio personal de esta indiferencia que existe para con nuestro sector etario en el ámbito de la salud, tal como ocurre en otros diversos problemas que nos afectan como personas mayores. Fui diagnosticado por una facultativa en el Consultorio de Las Condes, con una posible enfermedad que, por su gravedad, debía ser atendido de forma urgente en el Hospital El Salvador.
Como pasó el tiempo y por la urgencia de atención que exigía la patología diagnosticada, decidí enviar una carta al propio ministro de la Salud, haciéndole ver mi caso particular y afirmando que esta no era una situación aislada, sino de frecuente ocurrencia en el ámbito de la llamada tercera edad.
Lo cierto es que resumiendo, podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que la atención para el adulto mayor en el ámbito de la salud es pésima y fiel reflejo de otras problemáticas que afectan a este sector y para las cuales no se ha buscado soluciones reales.
Las mejoras prometidas, como decimos anteriormente, jamás se han cumplido y gran parte de esta realidad debe atribuirse a que los servicios de salud son insuficientes. En gran medida la falta de especialistas y la carencia de medicamentos en los establecimientos asistenciales de salud pública provocan mayor dificultad para la atención de los beneficiarios.
Alguien debe tomar el toro por las astas y buscar forma de resolver este dramático problema que afecta a cerca de un 15% de la población nacional, lo que equivale a 2.541.607 de personas mayores, entre ellas, un buen porcentaje de pensionados, jubilados y montepiadas.
En definitiva, estimo que el modelo para mejorar la gestión en el sector salud no ha funcionado, por lo que debiera replantearse un nuevo sistema que mejore las precarias condiciones del actual, en beneficio de todos los chilenos y en particular de las personas mayores que deben recurrir a los establecimientos hospitalarios en búsqueda de una adecuada y oportuna atención.