El Gran Canciller de la Pontificia Universidad Católica Mons. Ricardo Ezzati siguen produciendo confusión entre el Pueblo católico. Más aún entre los que formamos parte de la comunidad UC y hemos sido formados en enseñar teología siendo fieles a la tradición y doctrina de la Iglesia. Si hubo algo que se nos exigió siempre en la facultad de teología fue coherencia, rigurosidad y profundidad para investigar y ejercer la labor docente.
¿Por qué confunden sus respuestas?
En primer lugar el cardenal Ezzati le manifestó al profesor Costadoat que no le renovaba la misión canónica de su labor docente porque habría un conflicto entre la libertad de enseñar y la libertad de la facultad para tenerlo en su planta de profesores. Lo mismo le manifestó a los profesores de la UC y no hubo nunca un reparo doctrinal.
En segundo lugar –dando otra respuesta- el cardenal Ezzati le manifestó al Consejo Superior de la UC que el profesor Costadoat desdibujaba el magisterio , que era imprudente y que no era fiel a la enseñanza de la Iglesia (documento público firmado por él). En este documento nunca se afirma que hay con conflicto de libertades, menos que el profesor Costadoat sea un profesor que no pase bien los contenidos de su programa.
En tercer lugar, el mismo cardenal Ezzati, (ver carta en el diario el Mercurio del 03/04/2015) manifiesta que el elemento que ha sopesado como más esencial para no renovar la misión canónica de enseñar al profesor Costadoat es que no se ciñe al programa ni ha entregado buena parte de los contenidos fundamentales de su curso. Así desdibuja su curso y “obliga a los alumnos a estudiar materias por sus propios medios”.
Unido a lo anterior, ni el Decano, ni el Rector manifestaron nunca una razón teológica que avalará la posición de Mons. Ezzati sino que sólo apoyaron su atribución de poder cesarlo en su función docente porque así está establecido institucionalmente.
Todo lo anterior es grave. El Gran Canciller de la UC ha dado ante la comunidad UC y ante toda la Iglesia tres razones diferentes para una misma situación. No queda claro si es un conflicto de libertades, no se sabe si al final es un problema de fidelidad al magisterio y ahora manifiesta que la razón ha sido no ceñirse al programa. Y que esto último fue lo esencial.
Que el Gran Canciller de una de las mejores universidad de Latinoamérica, que tiene toda la potestad sobre la que dice ser “el corazón de la universidad”, esgrima en tres momentos distintos tres razones disímiles es algo que no se puede aceptar ni en el mundo académico ni en el de los católicos “de a pie”.
La coherencia forma parte del discurso teológico y la claridad de un pastor forma parte esencial de sus deberes. Quien más confunde a toda la Iglesia con sus declaraciones es él y como católicos debemos exigir transparencia y claridad. Más grave aún que señale que pidió informes a la facultad y nadie de la facultad esté enterado del resultado de esos informes y menos aún que no sean públicos.
En los tiempos actuales, la Universidad Católica no puede permitir esta falta de claridad y consistencia argumentativa. Menos a aún que se saque a un profesor aludiendo a tres tan distintas razones. No es ser poco eclesial o no respetar la autoridad de quien tiene la potestad de ejercer su rol en la UC, pero un mínimo de profundidad y rigor intelectual nos haría bien a todos.