El desafío más importante que planteó el Concilio Vaticano II fue el diálogo entre la fe y el mundo. Abrirse a responder las preguntas de los hombres y mujeres de nuestro tiempo.Ese desafío sigue presente hoy más que nunca en medio del descrédito y la desconfianza a la Iglesia Católica y en medio de importantes discusiones y cambios culturales que hacen cuestionables y poco comprensibles algunos principios del magisterio eclesial, inclusive entre sus fieles.
La situación diversa de las familias, la distancia en los aspectos de moral sexual, los graves problemas éticos en las empresas y en la política, la vulnerabilidad de nuestras poblaciones más pobres etc. son preguntas que exigen ser acogidas y establecer un diálogo honesto y transparente con quienes las plantean.
Que un profesor de Teología señale y le ponga nombre a esas preguntas frente a futuros sacerdotes, laicos o religiosas no hace más que ponerlos frente a las situaciones que la sociedad hoy le plantea a la Iglesia. La adultez en la fe pasa por no evitar lo que cada uno de ellos ya enfrenta día a día en su trabajo pastoral.
Lo más grave de la salida del profesor Costadoat de la facultad de Teología es que da una señal clara de poner a sus profesores y a sus estudiantes en una situación de resguardo, cuidado y aislamiento que lleva a la pérdida del contacto con lo que hoy la sociedad le exige a la fe y a la teología. Evitar el diálogo y los cuestionamientos en la sala de clases agudiza la distancia con lo sucede afuera de esa facultad.
La señal del Sr. Ezzati frente a un mundo diverso es el miedo, el integrismo, el aferrarse a principios y a respuestas ya concebidas. Respuestas que hoy no satisfacen. Siendo fieles al magisterio se elude la responsabilidad y el mandato del Concilio y del mismo Papa Francisco de ir a las fronteras de la fe.
Lo peor es que la realidad es más dura y más crítica que las columnas del profesor Costadoat. El mundo católico ya está confundido frente a un mundo perplejo alejado en su mayoría de la Iglesia y frente a su jerarquía que no sabe escuchar las preguntas de sus fieles.
Si se expulsó al profesor Costadoat por “tener afirmaciones poco prudentes que desdibujan la enseñanza magisterial” frente a sus alumnos, debo decir que hace un buen rato el mundo ya está desdibujado frente a algunos aspectos del magisterio.
Si el Sr. Ezzati pretende defender la enseñanza de la Iglesia evitando las preguntas en la facultad de Teología, afuera de ella las críticas son más profundas y los situaciones de las personas más duras y más alejadas de lo que el mismo magisterio plantea.