“Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas, que son como sepulcros blanqueados, bien arreglados por fuera, pero llenos por dentro de huesos muertos y de toda clase de impureza . Así son ustedes, por fuera aparentan ser gente honrada, pero por dentro están llenos de hipocresía y de maldad.” Mateo 23 ; 27 y 28.
Entre tanto escándalo, tras escándalo, que ha sacudido al país desde sus cimientos, trata de pasar desapercibido, el lamentable, nombramiento de obispo de Osorno , al sacerdote Juan Barros Madrid , tan cuestionado por distintos sectores de la Iglesia Católica, que rechazan abiertamente la decisión del Sumo Pontífice.
Sábado negro para los católicos osorninos, cuando asuma en la Catedral, el prelado cuya hoja de vida esta manchada. Los fieles se convocaron para asistir todos vestidos de luto.Sin violencia ni desacato, quieren manifestar al Papa Francisco, su profundo malestar, por el desatino de quienes propusieron el nombre de este cura, que tiene a su haber, una serie incalificable de hechos, al menos cuestionable para la opinión pública nacional.
Los osorninos que profesan la religión católica no están molestos, peor aún enrabiados, porque no nombraron a un candidato de su particular predilección para suceder al venerado Francisco Valdés Subercaseaux, santo varón de esas tierras sureñas. No es así.La ofuscación proviene de la relación que Barros, tuvo con el condenado abusador, pedófilo de Fernando Karadima.
La Iglesia chilena, cae en un error tras error, sobre todo cuando el Papa, trata afanosamente de recobrar la credibilidad perdida, en esta milenaria Institución religiosa, la Santa Iglesia Católica debido a los reiterados abusos , cometidos, la actitud perversa, abusadora, egoísta y materialista de unos pocos sacerdotes y religiosas, que han dañado la fe en ella. Un daño que nos hace chocar de frente con una verdad que no deseamos mirar, menos asumir con valentía.
La Conferencia Episcopal se suma obedientemente a este nombramiento con una declaración pública, acatando la orden de Roma, pero disconforme, perpleja, e incómoda. La peste negra caerá sobre los fieles sureños como si ellos tuvieran que pagar los pecados cometidos, por el famoso protector Karadima y sus crímenes abyectos, que sacudieron penosamente la curia local.
Distintas voces se han pronunciado al respecto, todas muy calificadas para oponerse a tan endeble designación. Más de cuarenta sacerdotes y religiosas de la región le enviaron al Papa, una dura carta al respecto, fuerte y clara, No quieren tener como Pastor, a un cura cuestionado, por complicidad manifiesta, en actos reñidos con la moral, amparados en su envestidura, causando una desilusión y frustración en miles de feligreses que hoy nada quieren saber de su Iglesia.
No son los únicos que levantan su voz indignados. Peter Kiegel, sacerdote osornino, hijo ilustre, una autoridad moral de la zona, le escribió al Papa, rechazando la nombradía. El provincial de los SSCC. Alex Vigueras, fue lapidario en su impugnación, “con mucho dolor recibo la amarga noticia”. Lo mismo hizo el otrora capellán de la Moneda, Percival Cowley y el jesuita Felipe Berrios, los que no se tragaron las declaraciones de Barros, por su inconsistencia y falsedad. Incluso el ex Presidente Eduardo Frei, se manifestó abiertamente contrario y preocupado por la comunidad osornina.
Creo oportuno compartir el pensamiento de Reinaldo Sapag, que en su último libro en verso “La Iglesia Santa y Pecadora de Todos los Días” se refiere dolorido, a este acontecimiento, sin preámbulos ni contemplaciones.
Hay algunos sacerdotes y obispos de la Iglesia
hipócritas y cobardes
traidores al mensaje de Jesús
que defienden la mentira y la maldad
que rasgan sus vestiduras
ante la evidencia del mal.
Contratan los mejores abogados
para que los defiendan de su criminalidad
pagándoles suculentos honorarios
con dineros sustraídos a la caridad.
Y finalmente cuando son condenados
se lavan públicamente las manos
y endosan a Roma la decisión final.
Son los Judas de la Iglesia de hoy.
Son los Poncio Pilatos de la era actual.
¡Todos los días!