Quienes vimos y escuchamos con atención la entrevista al sacerdote Felipe Berríos Sj en TVN, no quedamos indiferentes a sus palabras. Es más, vuelve a interpelar con magnífica elocuencia a la Iglesia Católica, a los actuales líderes y a la sociedad chilena en su conjunto, carentes de toda humanidad frente a los apremiantes problemas que nos aquejan.
La verdad de sus declaraciones impactaron remeciendo algunas conciencias dormidas, sin embargo de otras esferas vino como siempre la crítica destructiva, egoísta, ramplona. Lo peor es que ella se manifestó desde la misma cúpula de la Conferencia Episcopal, ya que su vocero trató de descalificar a este cura, misionero en el corazón de África, una alejada república vecina a Ruanda, llamada Burundi, declarando, “siempre es un poco incómodo escuchar a sacerdotes hablar en tercera persona como si estuvieran en una galería.”
O lo que señalara el Obispo de San Bernardo, Juan Ignacio González, “sus palabras confunden, dividen, enfrentan, me dio mucha pena, el análisis es de una persona que no conoce bien la realidad”, manifestó el purpurado del Opus Dei, intentando ningunear la profundidad de los acertados planteamientos del misionero jesuita.
Fue de tal magnitud el terremoto que causó nuevamente al interior de conservadurismo canónigo, que incluso, obligaron al superior de la Compañía, a disculparse públicamente por las “atrevidas declaraciones” de este soldado miembro de la misma congregación del Papa Francisco.
Dejo para reflexión, algunos de sus proverbiales dichos, desafiando a la Iglesia que debe estar orientada y comprometida con los pobres, como señalara insistentemente el Sumo Pontífice, al asumir el difícil mando de esta milenaria institución religiosa, hoy en franco desprestigio.
“La Iglesia ha lucrado creyéndose la dueña de la salvación, lucra con eso, insistentemente.”
“La Iglesia también discrimina y se ha alejado de su rol social tan valorado en dictadura.”
“El lenguaje del secretismo, de verdades a medias, de ver complots permanentemente, le ha hecho mucho daño.”
“A los jóvenes les hemos mostrado un Dios del consumo tan “rasca” e insípido que ya nos los motiva.”
“La Iglesia debiese sacudirse de esa pompa y de que sus líderes no han quebrado ningún huevo. Por eso los curas se sienten desamparados.”
Estas declaraciones me recuerdan a otro sacerdote, hoy santo, Alberto Hurtado Sj cuando habló hace casi un siglo, sacando ronchas a la burguesía de la época que lo trató de “cura rojo”; fue perseguido y humillado por los mismos que hoy crucifican al cura Berrios, por su consecuencia con el Evangelio.
Denunciar los males que afijen a nuestro país con la autoridad moral de este misionero comprometido, molesta, porque no podrán dormir tranquilos aquellos que abusan a diario de sus semejantes en todo orden de cosas, creando un abismo de desigualdad, tan grande, como nunca en la historia reciente de este país.
Es probable que otro prohombre como Nelson Mandela, esté influyendo desde su lecho de enfermo, en el pensamiento y en la acción del fundador de un “Techo para Chile”, que lo hace hablar con tanto realismo y dolor, dolor ajeno por ver cómo se sigue permitiendo el abuso indiscriminado contra los más débiles e inocentes de una nación que se dice a sí misma, al borde del desarrollo.
En distintos medios solo leí cartas atacando, vilipendiando, descalificando a este soldado, como si de esa forma se pudiera justificar los grandes pecados de los cuales todos somos, en mayor o menor medida, culpables, por error u omisión.
Y aunque no me quede tranquilo con su mensaje, éste siempre será de Esperanza. La juventud chilena está motivada, exigiendo mayor justicia social, mejor educación, un trato más igualitario y digno entre quienes nacemos con los mismos deberes y derechos, entre otras tantas y tan justas demandas.
Tan claro está en este jesuita la necesidad de Amor, Alegría y Honor de su misión apostólica, que es lo único que lo motiva a seguir luchando sin descansar. Porque al fin y al cabo, este hombre es la cara visible de Dios en la tierra.