El Ejecutivo ha sobrecargado la agenda del Congreso buscando la aprobación de una serie de proyectos para cerrar el año legislativo y cumplir con el programa de gobierno.
Durante esta semana se han discutido y votado los proyectos de fortalecimiento de la democracia, partidos políticos, reforma a la reforma tributaria y carrera docente. Mientras que la aprobación de otras leyes como la reforma laboral, la que regula la libre competencia y la agenda corta anti-delincuencia quedaron definitivamente para marzo.
El ímpetu legislativo mostrado por el gobierno no ha estado exento de críticas transversales.Diversos parlamentarios han señalado que los tiempos que impone el Ejecutivo, por medio de las urgencias en el Congreso, no permiten un debate que mejoren o corrijan las iniciativas. En consecuencia, se terminan aprobando malos proyectos, con problemas de forma y de fondo. Y al mismo tiempo, quedó en evidencia que el gobierno no fue capaz de ordenar a la Nueva Mayoría en una reforma clave como la laboral.
Con la aprobación de estas reformas y seguir avanzando en el programa, la Presidenta Bachelet y su administración esperan poder mejorar sus bajos niveles de apoyo. Según las últimas encuestas conocidas, la aprobación de la mandataria no supera el 25%.
Pero el gobierno y la propia Bachelet se equivocan si creen que de esa manera aumentará el apoyo ciudadano. En primer lugar, porque el famoso programa se conoció apenas tres semanas antes de la elección presidencial de 2013, por lo que difícilmente tuvo un efecto en una carrera hacia La Moneda que siempre lideró Bachelet.
En segundo lugar, porque la baja aprobación de Bachelet no se explica solamente por el caso Caval (febrero de 2015), sino que fue algo previo. La Presidenta comenzó a bajar en las encuestas durante el segundo semestre de 2014 y lo que hizo el surgimiento del caso Caval, fue sepultar una posible recuperación que se observó a principios de 2015.
Y, en tercer lugar, porque para los ciudadanos la principal razón por la cual fue elegida como Presidenta es “por la confianza en ella como persona” (54%), seguida a bastante distancia “por su programa de gobierno” (26%) y “por la coalición que ella representa” (11%) (CEP-julio 2014).
Además, en diferentes momentos de su mandato, encuestas del CEP y Plaza Pública-Cadem han reflejado que la gente cree que las reformas impulsadas por el gobierno han sido improvisadas; que no serán eficaces en lograr los objetivos que persiguen; que es necesario más diálogo y gradualidad y que al interior del gobierno y la Nueva Mayoría hay división con respecto al programa. Incluso, ha aumentado el porcentaje que dice que el gobierno debería retirar las reformas y volver a presentar nuevos proyectos.
Así, cuando el entorno familiar y político de la mandataria se vieron involucrados en los casos Caval y SQM, se rompió el vínculo de confianza que la gente tenía con Bachelet y no hubo reforma que pudiera sostener la aprobación de la Presidenta y del gobierno, porque las reformas y el programa también han sido parte del problema. Si a esto le sumamos la aprobación de reformas a la rápida, lo cierto es que esto poco contribuye a mejorar su respaldo.