Comentando en una radio, un panelista de extrema derecha acusaba al pueblo mapuche de violentos y de ser responsable de la muerte de dos colonos calcinados.Opiniones como esas han generado una estigmatización hacia el pueblo mapuche.
Se hace inevitable aclarar estas dudas de una vez por todas. En Chile, algunos creen que la autoridad se impone como la verdad, siendo que es la verdad la que debe imponerse como autoridad y es justamente esta verdad la que se oculta.
En efecto, los que hacen la política en el seno del poder sembraron la ignorancia sobre los acontecimientos en el sur, ya que el mayor de los crímenes lo cometió el Estado de Chile en 1881 bajo el nombre de la Pacificación de la Araucanía, lo que arrojó tres veces más muertos que la dictadura de Pinochet.
El pueblo mapuche lleva a cabo acciones de reivindicación de derechos territoriales y políticos. Y cuando un grupo humano no es escuchado por los administradores del Estado, se ven en la obligación de solicitar el diálogo denegado mediante desobediencia civil y movilización social.
Así lo han hecho los estudiantes, los profesores, los funcionarios públicos, los camioneros y las organizaciones homosexuales. ¿Por qué no lo podría hacer el mapuche?
¿Por qué se nos estigmatiza como subversivos o terroristas cuando reivindicamos nuestros derechos?
Para nosotros la paz es el camino, no el fin. A diferencia de los empresarios agrícolas que hablan de la paz por métodos no pacíficos, usando guardias armados o grupos armados antimapuche (paramilitares). La génesis del problema nace justamente con la violencia ejercida por el Estado chileno de mano de Cornelio Saavedra en la Araucanía y de Vicuña Makenna en el congreso, cuando decía “gradualmente se deben colonizar las tierras de los bárbaros Araucanos.” (1864)
La violencia no partió del pueblo mapuche.
Nos quieren hacer creer que la toma de predios a forestales y el corte de caminos son el centro del problema. Con ello se intenta transformar un problema político en un problema de delincuencia o judicial, queriendo hacer creer que se resuelve en tribunales y con una mayor dotación policial.Sin embargo, el verdadero problema nace de una negación de derechos ancestrales arrebatados a un pueblo y su territorio.
¿Son los mapuche delincuentes y terroristas?, No, ninguna movilización o acción reivindicativa se puede comparar con un delito y si así fuera se trataría de crímenes derivados de otros; nacerían de los crímenes cometidos por el Estado desde la violación del tratado de Tapihue de 1825 (reconocimiento de la Nación mapuche), de la invasión del territorio con el genocidio de la pacificación de la Araucanía, junto a la ley de colonización de Manuel Bulnes en 1845.
No somos terroristas. El terrorismo infunde temor en la ciudadanía y en este caso ninguna acción de reivindicación es contra la ciudadanía, sino contra particulares dueños de forestales o empresarios agrícolas. El mismo relator de la ONU Ben Emerson ha informado que no existe terrorismo en la Araucanía.
Por lo tanto, la situación de los colonos y empresarios agrícolas es un problema que asumió el Estado en el gobierno de Bulnes, cuando se dictó la ley de colonización y se comprometió a entregar tierras y recursos. Por ende, los latifundistas y los colonos tienen un problema con el Estado, no con el pueblo mapuche, porque los mapuche nunca le entregamos la tierra.
Y los que hablan de igualdad ante la ley deberían demostrarlo, ya que la ley no es igual como se ha demostrado en el último tiempo. Basta un solo ejemplo, la ley o justicia no es igual para un político como Jovino Novoa que para un mapuche o para el joven Bastián Arriagada, de 22 años que fue condenado a cárcel por vender CD piratas y murió calcinado en la cárcel de San Miguel, mientras Novoa quedó en libertad aun reconociendo que cometió delito tributario.
La segregación política del pueblo mapuche, la pobreza e indigencia de los sectores postergados son consecuencia de un sistema corrompido e implementado por el Estado, por lo tanto, ni los chilenos ni los mapuche somos responsables de la miseria ni de la segregación política y económica de Chile.
El gran desafío que tenemos como país es resolver la situación mapuche y para ello se debe comprender que los que administran el Estado se deben reunir con el pueblo mapuche. El problema no se resuelve si las autoridades se reúnen solo con los colonos y carabineros.
Para poder construir un diálogo debe haber una conducción política que tenga la voluntad de resolver el problema histórico y esto se hace a través de participación política en la toma de decisiones, reconocimiento constitucional, autonomía política y el reconocimiento de la deuda histórica del territorio.