El viaje a La Araucanía y la renuncia de Jorge Burgos no sólo le pone la guinda a un año malo, como lo ha mencionado la Presidenta en varias oportunidades, sino también da cuenta de un conjunto de situaciones que el oficialismo no ha podido resolver y que se repiten cada cierto tiempo.
Sin duda, no es un hecho aislado ni sorpresivo. Se ha dicho que fue un error político, otra improvisación, una torpeza, que así funcionan los sistemas presidenciales, que es una expresión más de los problemas de gestión y de descoordinación. Sin embargo, esta decisión y manera de operar no puede ser un hecho fortuito con efectos no previstos, o mal previstos. Conviene, por tanto, analizar la “coyuntura Burgos” como una operación política orientada a fines.
Se sabe, que el segundo piso, los asesores, organizó el viaje y tomó la decisión de dejar a Burgos no sólo fuera de la comitiva, sino también sin saber que tan importante visita se iba realizar. El problema no es tanto no haber ido a la gira, lo que se podría haber conversado, sino el hecho de no ser informado y de que a sus espaldas se organizaba un viaje presidencial a una zona emblemática. Que todo se hiciera en sus narices y sus cercanos no pudieran informarle es al menos, extraño. Es más, da cuenta de una situación de malestar y desconfianza entre La Moneda, el Ministro y sectores del oficialismo.
En esa dirección, surge una pregunta política clave.
¿Por qué el jefe político no sabía y no podía saber de la “visita a La Araucanía” cuando es un tema en el que ha estado involucrado de manera significativa?
La respuesta preliminar se encuentra en los tres objetivos que se buscan: debilitar al Ministro Burgos, devolverle a la DC algunos excesos de los matices, gratuidad, reforma laboral, etc. y fortalecer nuevamente, el programa de las reformas estructurales.
El debilitamiento del Ministro tiene que ver con que Bachelet no podía ser opacada en La Araucanía ante el “brillo” que podría haber alcanzado Burgos en la región. De hecho, el Ministro no sólo había estado varias veces en la zona, había negociado con los camioneros, se había reunido con actores del conflicto y tiene una particular visión de la situación, sino también ha ido cultivando un perfil presidencial que no se podía seguir potenciando. Lo claro, era que Bachelet y Burgos eran incompatibles en la visita presidencial a la zona.No podían estar los dos en La Araucanía.
De modo paralelo, con este hecho se golpea al partido del Ministro, a sus sectores conservadores y neoliberales, que con sus “tesis de los matices” y de posicionar su identidad ha generado muchos problemas al gobierno para ejecutar su programa y aprobar las leyes que lo sustentan. La Falange sintió el golpe. Ello, explica la rápida respuesta corporativa y el apoyo inmediato que le dan a Burgos. Una vuelta de mano a la fuerte oposición interna que ha liderado un sector del partido.
Para la DC, el problema suscitado fue de máxima gravedad. Su respuesta fue rápida y tuvo tres ejes: la renuncia, no aceptada, de Burgos, el “revival” de los fantasmas y las amenazas de que se irían del gobierno y la “cuasi” proclamación presidencial de Burgos que hace Orrego y que Pizarro no descarta.
La “coyuntura Burgos” ha vuelto a generar un malestar en la DC y los sentimientos de sentirse arrinconada, ninguneada y no considerada al interior del oficialismo y del gobierno vuelven a instalarse con fuerza. La DC, sobre todo, sus sectores dominantes y neoliberales, está incomoda en la Nueva Mayoría. El episodio, por tanto, sólo viene a confirmar y consolidar tal situación. Que están incomodos, no es algo nuevo. Tampoco, que se van del gobierno.
Finalmente, en tercer lugar, se buscaba del mismo modo mandar la señal de que la que manda y gobierna es la Presidenta.Sin embargo, no sólo se trata de reafirmar la potestad ejecutiva, sino también de volver a reforzar la tesis de que el objetivo político fundamental del gobierno es la agenda de la igualdad y que el “realismo sin renuncia” se interpreta y ejecuta como ella dice.Burgos, sin duda, es un extraño en Palacio.Burgos, es visto desde Palacio como un agente de la contra reforma.
Comprender la “coyuntura Burgos” no sólo implica indagar en torno a los motivos que tuvo el circulo de Bachelet, incluida la Presidenta, para no informar al jefe político del gobierno sobre el viaje a La Araucanía, sino también insertar el episodio en el contexto de un conjunto de tensiones y diferencias que se han manifestado entre la DC, el gobierno y la Nueva Mayoría desde el mismo momento en que se inicia la gestión en marzo del 2014. Los focos de conflicto se han intensificado desde el cambio de gabinete de mayo cuando Burgos se convierte en ministro del Interior.
En consecuencia, la “coyuntura Burgos”, es un hecho más en este largo inventario de desencuentros que van generando las condiciones para el fin de una coalición que cada vez tiene más dificultades para seguir unida y para impulsar un programa de reformas estructurales sobre la base de consensos básicos y mínimos.
En definitiva, el impasse Burgos es la expresión de los conflictos y los problemas que el oficialismo no ha podido resolver y que reproduce día a día. Aquí, radica la esencia del conflicto y de las operaciones políticas que se ponen en marcha para seguir siendo políticamente relevante. Bachelet, no quiere presidenciables en su gabinete. Bachelet, no quiere sombras en La Moneda. Bachelet, está cansada del “fuego amigo”.