El año 2016 deberá marcar un antes y un después de la reforma constitucional en lo que respecta al comportamiento ético y la calidad en la educación.Si mi abuelita estuviera viva, lo primero que me diría es que “no puedo pedirle peras al olmo”, al hablar de comportamiento ético del empresariado chileno.
Especialmente en el tema de educación, que pese a lo que todos esperamos, es uno de los ámbitos de desarrollo nacional, en el que estamos rodeados de empresarios, de administradores de los recursos, más que de académicos con intachable historial ético.
Y como bien lo señala Patricio Basso, en entrevista extensa al sitio web El Desconcierto, que titula “Las universidades son mejor negocio que la cocaína”, desde los comunistas hasta la UDI, desde los católicos hasta los masones pasando por los legionarios de Cristo, ¡todos tienen universidades! Entonces a nadie le interesa acotar el tema.
Y pese a todo lo que hagamos, mientras se mantenga la Constitución política actual, la educación seguirá siendo vista como un bien de consumo, por lo que la tarea que se viene por delante para toda organización ciudadana que se considere como tal, es exigir al Consejo de Observadores, la participación activa, por medio de comisiones de estudio de modificación a la Constitución.
Insisto en elogiar la teoría planteada por el ex secretario ejecutivo de la CNA, Patricio Basso, quien también recibió loas por parte del rector de la Universidad de Chile, Ennio Vivaldi, en el programa Estado Nacional.
Para Basso el costo de los aranceles es un robo con aval del Estado. Es la manera en que el negocio de las universidades se ha convertido en mucho más rentable que el de la cocaína.
Por eso se hace mucho más urgente que los colegios profesionales universitarios se constituyan en garantes de ese cambio de la Constitución, para hacer que la educación vuelva a ser lo que nuestros padres añoraban para el futuro de Chile: una verdadera alternativa de cambio social, y no en lo que se ha convertido.
Es tarea entonces para los colegios profesionales de la salud, exigir centros de simulación, como es el caso de las enfermeras, y campos clínicos como es para todos, y hacer un llamado a los postulantes a no inscribirse en universidades que no den garantías al respecto.
Y es tarea de todos lograr que la cobertura de colegiados se amplíe a todos los profesionales para volver a tener la tuición ética.
Cada uno en su lugar de trabajo debe aportar un granito de arena.