Mi abuela ha estado muy complicada de ánimo. Ella, que es una optimista crónica, ha sufrido, me imagino por lo que sucede en el país y sumado a su avanzada edad, una serie de molestias y desacomodos en su capacidad de dormir, su facilidad para sonreír y otros síntomas parecidos.
Ella me dice que “no es nada”, pero yo la conozco desde que nací y no me puede engañar tan fácilmente. Ella ha estado sufriendo.
Hoy llegó a conversar conmigo. Viene con un encargo de sus colaboradoras.
Yo, dada la avanzada edad de mi abuela, tengo la tarea de obrar como “empleador de quienes trabajan para ella”.
Mi abuela siempre se ha caracterizado por pagar unas remuneraciones “muy competitivas” y, por tal razón, mantiene unas antiguas trabajadoras que le tienen mucho cariño.
Cuando me dijo que quería hablar conmigo respecto a las remuneraciones de sus asistentes yo pensé, “no creo que sea necesario incrementar más de lo que se había acordado, mal que mal eran varios puntos sobre el IPC estimado”.
Cuál sería mi sorpresa cuando mi abuela me contó que ambas colaboradoras habían venido a solicitar que se les disminuyera la remuneración mensual. Yo no lo podía creer. ¿Cuál sería la razón de esta inusitada petición?
Mi abuela me explicó que ambas trabajadoras tenían hijos estudiando en la educación superior.”El caso más terrible es el de la Emilia: uno de sus hijos estudia en una Universidad Pública, y el otro en un Instituto Profesional que tiene también derecho a gratuidad. Si los hijos de la Emilia logran el beneficio, su familia dejará de endeudarse en más de 4,5 millones por año.”
El problema, querido nieto, es que la Emilia y su familia se exceden por una pequeña cantidad del ingreso que las sitúa en el 5 decil. Según ella averiguó, el límite estaría en cerca de $185.000 de ingreso mensual per cápita, y uniendo su sueldo con el de su esposo, y dividiendo por el número de integrantes del grupo familiar, el resultado da unos $6. 000 más del promedio que da derecho a la gratuidad.
Así las cosas, la solicitud era muy simple, “por favor, ¿me puede disminuir la renta en 30.000 pesos mensuales?”. Emilia explicó que de ese modo, y dado que son 5 los miembros del grupo familiar, quedaban dentro del 50% más pobre y se ahorraba 4,5 millones al año.
Abuela, es notable que la Emilia maneje todos esos datos y análisis respecto a la gratuidad ¿estás segura que ella te dijo eso?
Mi abuela sonrió y me confesó que a ella le parecía muy inadecuado un sistema donde el beneficio era “todo o nada”, y más aún cuando eso se cortaba abruptamente en un punto del ingreso. Me habló del por qué todas las tablas de cobros o beneficios eran escalonadas y con escalones razonables. Usó como ejemplo las tablas de impuesto que tienen tramos progresivos.
Me dijo que había tratado de comunicarse con los encargados del ministerio de Educación para hacer ver su punto de vista y que nadie le hizo caso.
Bueno abuela, me parece razonable tu punto de vista, pero contéstame lo que te pregunté, ¿la Emilia maneja toda esa información y ha calculado que si le rebajas el sueldo en 30 mil mensuales puede acceder a 4,5 millones de gratuidad al año?
Sonrió y no pudo menos que confesar: ella le había dicho a la Emilia que lo que le convenía era disminuir su renta mensual en 30.000 pesos y quedar entre el 50% de menores ingresos.
Me temo que mi abuela puede estar al borde de la ilegalidad, pues sospecho que esos 30.000 se los pagará sin comprobante alguno y violando la ley que la obliga a pagar las imposiciones respectivas.
Me quedé pensando que mi abuela tiene razón. Las escalas con un sólo gran peldaño no son buenas escalas. Qué pena que en el ministerio no escucharan a mi abuela. Ahora, y de un minuto a otro, tendremos una lucha por quedar en el decil más pobre y será necesario un esfuerzo para verificar los datos de los ingresos familiares.
Cuando mi abuela se retiraba le expliqué que, en mi opinión, la lucha por quedar en el quintil más pobre traería como consecuencia una disminución del límite actual de ingreso del 5 decil y, en consecuencia, los $ 30.000 mensuales no aseguraban a la Emilia.
Me temo que mi abuela esté propagando su teoría entre sus “viejas amigas”, y capaz que esté generando un enredo que se transforme en un injusto mecanismo.
¿Qué puedo hacer con mi abuela ?
¿Me transformaré en cómplice siguiendo sus instrucciones?
Mientras escribía esta columna, he recibido un mensaje de mi abuela.
“Sr. Sergio Solís
En su condición de administrador y encargado de pagar las remuneraciones a mis colaboradoras, ruego a usted que a partir de este mes reduzca su estipendio mensual en la suma de $100.000.
Le ruego hacer las modificaciones contractuales que permitan la implementación de mis instrucciones.
Abuela Carmela.”