Con la esperanza de ver renovadas las ideas por las cuales hemos luchado toda una vida
Ese mensaje me escribió el Presidente Eduardo Frei Montalva en una foto que le pedí dos meses antes que falleciera. Desgraciadamente dicha foto fue parte del botín que unos ladrones se llevaron de mi casa hace algunos años. Ya no tengo la foto, pero esa frase y las enseñanzas que semana a semana el Presidente Frei me entregaba en nuestras conversaciones en que me enseñó a leer a Maritain, marcaron mi vida partidaria y más allá de los errores que cometí durante estos años como militante y dirigente, siempre tuve como motivación central el luchar sin complejos y con mucha convicción por las ideas de la Democracia Cristiana y su vigencia en la búsqueda de la realización del ser humano y la construcción de una sociedad inspirada en esos principios para avanzar en lo que Maritain nos señaló como la “civilización del amor”.
Hoy el Partido Demòcrata Cristiano vive un difícil momento. Somos parte de un gobierno que no nos interpreta completamente en la inspiración de más de alguna de sus iniciativas.
Enfrentamos una relación cada vez más amenazante con nuestros aliados que buscan disminuir y minimizar el potencial de los valores cristianos en las políticas públicas y tenemos una organización política en que muchos han perdido el sentido real del liderazgo y sus conductas o planteamientos buscan a veces, consolidar posiciones de poder o satisfacer ambiciones personales que están muy lejos de la preciosa aspiración de actuar en la línea que la comunidad espera de un político cristiano.
Hemos presenciado en los últimos tiempos afirmaciones, acusaciones, e incluso acciones que jamás habríamos esperado que se dieran entre miembros de una misma familia.
La legitima discrepancia democrática que se confunde con el desorden y la descalificación, la lejanía con esa inmensa mayoría de chilenos que hoy prefieren no votar por no encontrar quien los represente, el silencio y temor por defender los principios y valores del pensamiento cristiano ante una supuesta opinión mayoritaria discrepante de lo que representamos , la claudicación de ideas, principios, opciones ideológicas y acciones propias han pasado a ser un elemento central en el accionar de muchos de los nuestros.
En el último tiempo estos han sido parte de nuestros males y no nos hemos atrevido a enfrentarlos y asumir con coraje y decisión la corrección de esos vacíos, fallas, errores y claras falencias que han debilitado el liderazgo de la DC, y lo que debe ser nuestro compromiso con la gente y por sobre todo con la voluntad y decisión de tener la responsabilidad de defender y proyectar en forma unitaria las ideas de la DC considerando el bien común del pensamiento cristiano y no el bien particular o el bien de una coalición que no siempre es el nuestro.
Los desafíos y amenazas que hoy tiene el pensamiento humanista cristiano y la DC exigen claramente una actitud diferente y verdaderos liderazgos representados por dirigentes con una visión comunitaria y trascendente de la acción política.
Los caudillismos, las ambiciones personales, la desconexión con la realidad, la falta de coraje para defender nuestros valores y principios, la simplificación de la acción política, la desconexión de la realidad y el abandono de una historia de servicio y trabajo real en los sectores populares y especialmente en los sectores medios de la sociedad son parte de los males que hoy la DC debe enfrentar y buscar como corregir para asegurar su existencia y proyección.
En esta situación nadie puede pretender culpar a otros. Todos tenemos responsabilidad. Yo el primero. No podemos buscar soluciones viendo como impongo mis ideas y por sobre todo mis intereses. En esta realidad no corresponde pretender sacar pequeños dividendos y ver como destruyo al otro para quedarse con una migaja del disminuido poder que hoy tenemos. En esta realidad la actitud debe ser generosa y abierta a escuchar, a trabajar en conjunto, a buscar ese bien partidario, a demostrar que estamos en la DC por lograr la realización de ideales permanentes que de verdad avancen en la construcción de una sociedad libre y justa.
A pensar en el bien común y no en el beneficio personal.
Para esa tarea necesitamos coraje, convicción, consecuencia, acción política real, pero por sobre todo líderes y dirigentes de verdad. Líderes que sepan prestigiar la historia de la DC y de aquellos verdaderos liderazgos de hombres y mujeres que nos permitieron ser un partido con personalidad, clara identidad y por sobre todo un auténtico representante de las inquietudes de vida de diversos, diferentes y amplios sectores sociales de Chile.
Ese es el desafío.
La tarea no está en buscar una candidatura determinada, al cargo que sea, o pretender dirigir un partido sin saber asumir el liderazgo que eso representa. Hoy la DC tiene el gran desafío de volver a ser un partido que piense en grande y para eso no sirven los pequeños caudillos o los que solo piensan en cómo logro lo que yo quiero. Se necesita de liderazgos potentes que vuelvan a recuperar el alma de la Democracia Cristiana.
Tenemos una historia. Tenemos el orgullo de haber entregado a Chile grandes ideas y por sobre todo extraordinarios liderazgos.
Hoy nuestra responsabilidad está en no traicionar y avergonzar esa historia y a esos hombres y mujeres que hicieron grande la presencia de la Democracia Cristiana en Chile.
La tarea esta en volver a pensar en e “deber ser” de un cristiano, practicarlo y desarrollar la acción política bajo esa orientación.
La misión está en volver a pensar en el otro y no en uno mismo.