Andrade, ex presidente del PS, diputado por Puente Alto y la Pintana, como le gusta repetir, en las innumerables entrevistas que otorga con cierta periodicidad, señaló con singular pragmatismo, “que varias de las reformas del programa de gobierno, ya no se podrán tramitar pese a quien le pese”.
No me gustó, que un parlamentario centralista, o para decirlo claramente santiaguino, definiera ante sí y porque si, cuáles serían los necesarios proyectos de ley, que continuarían su curso legislativo. Argumentos es probable que tenga y de sobra. Por algo está en la papa misma, donde se cocinan, a espalda del pueblo, lo que es bueno o malo para Chile, según su criterio.
Una de las anheladas transformaciones que sepultó arbitrariamente fue aquella que con bombos y platillos, en el salón de Honor del Congreso, en Valparaíso, la Comisión Presidencial para la Descentralización, le hiciera entrega a S.E. Michelle Bachelet, después de arduo trabajo de consultas en cada una de las regiones del país,
Esteban Valenzuela, su presidente, junto a un connotado equipo de especialistas, realizaron un esfuerzo notable, aportaron sólidos antecedentes, para modificar a la brevedad la actual Administración Territorial, dado que es imposible seguir gobernando, desde las ocho cuadras de la Moneda, cuya burocracia es inaguantable.
Se levantan sanas aspiraciones, por fin las regiones tendrían mayores atribuciones, autonomía, y financiamiento. Incluso los Intendentes, al igual que los Consejeros Regionales, serían electo por votación popular y no designados por cuoteo político desde la capital.
La tan anhelada descentralización por fin iniciaba un paso seguro hacia la modernidad, cuyo objetivo principal es y será traer justicia y equidad para todos y cada uno de los chilenos y chilenas, que hacen patria en zonas alejadas.
Las declaraciones del importante Diputado traen consigo una frustración no menor, porque están avaladas, por otros Honorables, que ven con malos ojos, que los Intendentes, gobiernen sus regiones con éxito, y después sean potenciales competidores, para un escaño en el Parlamento.
Eso es el egoísmo puro, mantener las cuotas de poder, sin mirar los verdaderos intereses nacionales. Las organizaciones de base, en las regiones no se quedarán pasivas, esperando que del alto cielo venga el ángel de la guarda, y les resuelva el problema causado. La molestia se manifestará en la población, a la gente no le gusta que le metan el dedo en la boca, y cuando lo hacen reaccionan, como lo hemos visto en varios otros casos.
¿Para que el gobierno se compra otro incendio innecesario? ¡No le basta con los que ya tiene! El jefe de gabinete tiene la palabra, es su área. ¿Dónde están los equipos de asesores que deben prevenir oportunamente a la Presidenta, que paralizar estos proyectos es cavarse la tumba antes de tiempo?. Por favor que no le vengan con el cuento que esta reforma que cambiará a Chile, le cuesta a las arcas fiscales otra reforma tributaria, porque no es efectivo, es redistribuir los fondos del presupuesto anual.
Las propuestas de la Comisión, conocidas por todos, son lo bastante racional como, para postergarlas, tirarlas al tacho de los papeles, o esconderlas a propósito, sería un craso error. Está empeñada la palabra de la Mandataria, como candidata y varias veces en el ejercicio de su cargo lo ha señalado convencida que este cambio en la institucionalidad, no puede esperar más.
Los H. Senadores, Guillier y Navarro, ambos de regiones, Antofagasta y Concepción, han declarado que no permitirán atraso en esta materia, el ejecutivo no puede jugar al Cachipún, tiene que tener una dirección clara, transparente y creíble. Es imposible gobernar para la inmediatez, el legado es dejar una ruta marcada para los siguientes cincuenta años.
Presidenta todas las reformas son necesarias, Tributaria, Educacional, Laboral, Previsional, de Salud sin duda, pero ésta es imprescindible.