Hemos visto y escuchado de forma reiterada sobre la importancia de terminar o en su defecto disminuir los problemas de contaminación, sequía, pobreza y muchos otros que se suscitan alrededor del mundo y que suelen estar más cerca de lo que pensamos. En ese contexto, muchas veces olvidado, es que “Laudato si”, la encíclica recientemente escrita y presentada por el Papa Francisco, en la que alude al “gran depósito de porquería” en el que estamos viviendo, llega para enrostrarnos la urgencia con la que debemos enfrentar éstos y otros temas.
Dentro de las peticiones de cambio y críticas que Bergoglio hace en su escrito se encuentran los modernos estilos de vida en que prima el consumo desmesurado y las estructuras de poder que mandatan una producción indiscriminada de recursos y mano de obra.
Junto a la gran deuda ecológica que tiene la sociedad hacia la Tierra, el Papa también habla de “rechazo a los poderosos”, “una general indiferencia”, “fracaso” de las cumbres mundiales, y por cierto también menciona, como un gran factor a considerar, la “lentitud de la política y de las empresas”.
Existen cifras que precisamente nos hablan de que ya es tiempo de pasar a la acción. Un ejemplo: 750 millones de personas aun esperan tener acceso a agua potable de calidad y 2,5 mil millones de personas siguen sin acceso a servicios sanitarios.
Gobiernos, organismos internacionales y otras autoridades –como el Papa– hablan de un anhelado y necesario Desarrollo Sostenible junto a una estrategia que nos permita dar buen y correcto uso a los recursos naturales y humanos que disponemos. Sin embargo, la impaciencia y desconfianza en el otro nublan estos propósitos que deben proyectarse a largo plazo.
Si bien Chile es responsable del 0,3% de las emisiones a nivel mundial y nuestras emisiones per cápita son menos de la mitad de los países miembros de la OCDE, no podemos dejar fuera nuestro aporte a la sostenibilidad en términos ambientales. Por lo mismo, ya reafirmamos el compromiso voluntario de reducir emisiones en un 20% al 2020. Esperemos no quedarnos en las buenas intenciones y que durante la COP 21 a realizarse en París se logren acuerdos vinculantes.
El ámbito social también forma parte importante de la encíclica de Bergoglio. Temas como el trabajo infantil, la indiferencia al aumento de migrantes alrededor del mundo, críticas por las desconsideraciones morales y éticas con que las empresas “se desesperan por el rédito económico” y los políticos “por conservar o acrecentar el poder y no por preservar el medio ambiente y cuidar a los más débiles” estremecen y nos obligan a mirarnos y repensar nuestro actuar.
Aterrizando parte de dicha realidad a nuestro país, podemos decir que 2,1% de la población nacional está compuesta de inmigrantes, según última Casen y 197.743 menores de edad–un 5,9% del total– se encuentra trabajando en condiciones peligrosas, según datos de la Encuesta de Actividades Económicas de Niños, Niñas y Adolescentes en Chile.
Existe conocimiento y conciencia de este diagnóstico y de que es momento clave para generar soluciones que vayan en pos de un desarrollo sostenible transversal para cada país; sin embargo, ni cumbres, ni discursos, ni promesas han transformado nuestros hábitos en cada paso de la cadena de valor: ni como consumidor, productor, proveedor, ni tampoco como ciudadano.
Las duras palabras del Papa Francisco reflejan que como sociedad hemos dejado de lado nuestros deberes para con “la Casa de Todos”; es nuestra responsabilidad enfrentar la urgencia que vemos a nuestro alrededor. Desde ACCIÓN comunidad de empresas que representan un 13% del PIB chileno, así lo entendemos, y por ello trabajamos cada día: para contribuir a un Chile desarrollado, sostenible e inclusivo.