O los futuros candidatos presidenciales
El ser humano, al decir de algunos, “es una aventura histórica”. La humanidad del hombre, necesita el despliegue de una vida y una historia, donde convivan el azar, los riesgos, y la incertidumbre, características que emergen y son propias de sus necesarios cambios cualitativos, repentinos, radicales y transformadores.
Para lograr una actitud que permita la realización de esta forma de vida, dejándose seducir por el peligro y lo inesperado, hay que invariablemente preferir lo discontinuo, lo desconocido, lo no experimentado, el misterio, lo posible, lo ilimitado, lo distante, lo excesivo, lo perfecto, en fin, hay que ser capaz de luchar por una felicidad que muchas veces parece utópica por su necesidad imperiosa de un destino implacable hacia el bien personal y común.
Según Michael Oakeshott, lo anterior es imposible con una actitud y talante conservador, ya sea de izquierdas o derechas en el mundo político.
Hoy el país se encuentra en un nuevo ciclo “eruptivo” de cambios sociales y políticos irreversibles, bajo una serie de “pulsos” de participación activa ciudadana
Los que no entienden esto, parecen no ser capaces de leer los signos de los tiempos.
¿Quiénes hoy parecen tener algunos destellos de estas características “no conservadoras”, considerando el desastre ético político actual, necesarias para un nuevo tipo de liderazgo, o por lo menos, para poder hacerlo desde la realidad ética política actual y futura?
Creo que, por ahora, según mi humilde opinión, el empresario Andrés Navarro, el senador Manuel José Ossandón, Marcos Enríquez Ominami, y Andrés Velasco, aunque estos dos últimos, salpicados por el actual desgarro ético que sacude al país.
¿Y el senador Ignacio Walker, quién generosamente se ofreció recientemente para conducir el país desde la DC?
Tendría que sacarse su abrigo conservador (junto a otros (as) que a veces huele a la naftalina de los 70.