No es nueva la crítica a la mal llamada “clase política” y en estos últimos meses esa actitud de la comunidad nacional ha ido en aumento por razones de todos conocidas.
La primera razón, es que hay una actitud periodística proactiva a investigar con mayor sagacidad los hechos escandalosos, de carácter fraudulento e incluso faranduleros, por la expansión de las redes sociales que da espacios a más personas o medios más antiguos que no desean perder el control de la noticia. La difusión nacional de la noticia cuadriplica-a lo menos- lo que existía al termino del la Dictadura o al comienzo de la Democracia en el año 2000.
La segunda razón, es que el crecimiento del país, el aumento del ingreso ” per cápita”, el enorme circulante de un Estado, la gran inversión de capital extranjero y la transformación de la economía en un mundo cada día más financiero abre más y más oportunidades para caer en la tentación de lo incorrecto en volúmenes que hace mas tentadora la noticia.
La tercera razón, es que creo que todo ello relaja la ética, la honestidad y el trabajo duro, diario y con reglas tradicionales al transformarse en globalizado o internalizado que rebasa la vieja frase del lenguaje de Wall Street: ” un millón de dólares no tiene patria” o también que” no hay nada más tentador, corrupto y cobarde que ese mismo millón como dinero fácil”.
En esta visión holística de las causas probadas declaro desde ya que sin excusar a nadie que haya sido comprobadamente culpable, tampoco nadie puede ser condenado sin pruebas suficientes.
También es verdad que no todos los congresistas, ni siquiera la mayoría pueden ser tildados de corruptos o tildados al vuelo porque todos son “iguales”. Es mi convicción tras 35 años de conocer a más de 1.000 o 2.500 políticos. Atrevimiento peligroso pueden decirme pero creo que sólo se puede generalizar cuando hay una verdad firme y acertada.
A este marco de desprestigio se agrega una crítica mordaz por la despreocupación del aporte legislativo a la cultura y como en el caso anterior, no todo es blanco y no todo es negro, el aporte del Congreso a la información y colaboración con la Educación chilena es largo y de calidad hasta constituir un paradigma desde su creación el 4 de julio de 1811, las formas han sido variadas y posibles según la situación del país, del mismo Congreso y de la tecnología según su avance en el tiempo.
En ese sentido, sólo en los últimos años puede señalarse el crecimiento exponencial de las bibliotecas, la incorporación de la televisión tanto de la Cámara como el Senado, y desde el 2013-2014 el Proyecto del Congreso del Futuro con vigencia bicameral y especialmente cobijado por el Senado con una Comisión Especial. Son hechos que vuelven a poner la realidad en su verdadera medida, porque ha sido un trabajo conjunto, sin lucro, con participación de las respectivas Mesas de ambas ramas, Secretarios y funcionarios que han llegado a cada rincón de Chile con experiencia y pasión.
Podrá disentirse si ha sido suficiente pero no puede negarse que se ha contribuido en gran medida al desarrollo cultural que debemos reconocer como valioso y progresivamente creciente.
Mirado en perspectiva de 35 años debe además valorarse la calidad y la dictación de normas legales que han favorecido a la difusión y creación nacional que genera esperanza para el espíritu cultural y Fe en el Futuro de Chile.