El hijo de la Presidenta pidió perdón público por la perturbación política /pública que generó su ¿impulsivo? e imprudente accionar en el mercado de la especulación inmobiliaria, hecho probablemente cotidiano en el mundo de los negocios.
El dueño del banco, aunque la Superintendencia respectiva no encontró nada ilegal en el procedimiento empleado, no ha dado explicaciones públicas de cómo se prestan platas y se hacen negocios exitosos con los personajes de “A (alto) R (riesgo)P (público/ político)”.Además nadie le ha preguntado a él, por los términos de la dichosa reunión donde probablemente se dio luz verde definitiva a los trámites más delicados de la operación.
Considerando que los departamentos de los análisis de riesgo de las instituciones bancarias son de inteligencia financiera, y quien lo dirige debe tenerla bastante alta, cabe pensar razonablemente que los hechos actuales de lo que sucede, eran parte de uno de los escenarios futuros probables que fueron y permanecen evaluados aún en todo momento.
En caso de fracasar un buen negocio, la pérdida no es más que parte del manejo cotidiano de un gran y buen banco, sin afectarlo en su funcionamiento salvo que sea realmente catastrófica. Pero en el caso del mundo político y la opinión pública, en hechos como el sucedido, el impacto simbólico/comunicacional si es catastrófico.
Respecto al manejo y la guerra comunicacional, siempre es claro que gana el que primero logra instalar un relato que le haga sentido común a la personas en su vida cotidiana, y una historia sobre un abuso de poder económico/político oculto que es develado -aunque sea en algunos aspectos fabulado- es infalible para instalarse de golpe en el imaginario popular sin posibilidad de ser combatida.
El triángulo del poder económico político desaparece sin el vértice de la comunicaciones y la información, y quien lo maneje mejor, (algo que es muy obvio y conocido, pero a veces no practicado), tiene la mayor posibilidad de obtener mejores triunfos en la costosa “guerra irregular” de mantención y acceso al poder como en la que se hayan enfrascados el gobierno y la oposición el día de hoy.
El mayor efecto colateral de esta guerra de guerrillas, donde queda de manifiesto “el desprecio por los débiles y la admiración por los poderosos”, es que finalmente la admiración pase a ser el resentimiento (y a veces odio) legítimo del pueblo por todo lo que huela desagradablemente a la pestilencias tibias del abuso y la corrupción de cualquier tipo, reales y /o fantaseadas, dando rienda suelta a la violencia y a los delirios mesiánicos/populistas.
El antídoto para evitar lo anterior, podría estar en la actualización de una conocida frase de Ernesto Guevara, “pueblo que no lee ni escribe será fácilmente engañado” por, pueblo que sólo se guía por la emociones e imágenes y la ambición desmedida, será también fácilmente engañado. Es decir, en la educación, la lectura y la reflexión crítica, además de la práctica de las emociones morales, que desarrollan y permiten el sentido ético y moral en el bien público y privado.