Mi abuela, aprovechando que la presidenta Bachelet vive a la vuelta de la esquina, decidió llevarle personalmente una nueva carta.
Hoy me la mostró y quedé bastante preocupado por las ideas que en ella plantea.
Aquí les transcribo la misiva para vuestro conocimiento y consideración.
“Estimada Presidenta:
En estos días, el rector de la Universidad Católica ha sido enfático en notificar a todos los chilenos que, aún en el caso de que se apruebe la ley por usted propuesta que regula el aborto en tres casos específicos, en las clínicas de la UC no se realizarán dichos procedimientos. Ha informado que las objeciones de conciencia, si bien son personales, en las instituciones asistenciales vinculadas a su Universidad, “todos” quienes trabajan allí presentan dicha objeción. Según el rector, están en su derecho de exigir a quienes trabajen en ellas a que suscriban los “principios institucionales”. Me imagino que estará establecido en una suerte de anexo al contrato de trabajo.
Así las cosas, si llegase a ser aprobada la iniciativa legal por usted propuesta y como consecuencia de aquello llegase a una de las clínicas UC una mujer cuya vida está en inminente peligro y requiriese se le practicase un aborto, esta será, me imagino, derivada a otra institución.
Espero que podrá ser trasladada en una ambulancia de la clínica y que el proceso de manejar y conducir a la paciente al otro centro asistencial no será considerado por el rector como parte del procedimiento médico establecido en la ley que normará los “abortos”, y que quien decida transportarla termine exonerado de la institución por violar el “anexo al contrato de trabajo” de la UC.
Querida Presidenta, a ratos tiendo a encontrarle razón al señor Rector en que él o ellos pueden hacer que quienes trabajan en la Universidad Católica firmen o adscriban a ciertas normas o estatuto. Mi duda es si este estatuto incluirá algunas otras “cositas” como por ejemplo, que quienes laboren allí no pueden separarse, (si es que están casados); o por el contrario, que deben casarse si sólo conviven.También se me ocurre que el bautismo de los hijos y obviamente de ellos puede, según la autoridad de turno, ser parte del compromiso.
La misa dominical y la confesión mensual no me extrañaría sea considerada “recomendable” por el señor Rector. Total, de lo que se trata es de los principios católicos de la Universidad y la misa es una obligación a la que algunos católicos le hacen el quite y sería bueno que cumplieran el precepto aquél. Para qué hablar de uniones homosexuales.
Me gustaría también que al momento de cobrar por las atenciones prestadas exista, si se amerita, “objeción de conciencia”. No debemos olvidar que las clínicas UC son tan rentables que un porcentaje de ellas fue vendido, hace poco tiempo atrás, en una considerable suma de dinero a una organización internacional.
Sé Presidenta que usted me podría decir que este caso es distinto, que en esta situación se trata algo más importante, y por eso usted incluyó la objeción de conciencia como una causal para que el médico se abstenga de realizar el procedimiento, pero, ¿no estaríamos en ambos casos frente a una Ley de la República? (me refiero a la que obliga a no discriminar y la que eventualmente da derecho, en algunos casos determinados, a la posibilidad de someterse a un aborto).
Ya olvidamos la noticia que se generó con la píldora del día después. El mismo rector informó que en sus clínicas no se entregaría dicho fármaco y no sé a ciencia cierta, en qué quedó esa controversia. Creo que, dado que las clínicas de la Universidad sólo atienden a familias que no requieren la píldora les sea regalada, esta decisión no ha traído consecuencias prácticas.
A mí, en momentos de confusión, me parece que el rector está en todo su derecho a establecer para quienes trabajan en la universidad las normas de conducta que se le ocurran…, pero no me queda nada claro el motivo por el cual estas actividades deben ser financiadas con dineros públicos.
Si el rector decide establecer normas que están sobre el alcance de una Ley de la República, no debería recibir dineros del Estado. Así de simple.
Presidenta. Ya su gobierno ha actuado con mucha condescendencia. El señor Ezzati, jefe del rector, argumentaba el domingo recién pasado contra el proceso de reforma educacional y, a decir verdad, en algunas temas le encuentro algo de razón.
Pero no debe usted olvidar que el señor Ezatti es el jefe de la Iglesia Católica chilena, y consecuentemente el representante de uno de los “sostenedores” más importante de nuestro sistema educacional, y mucho me parece a mí el representante del dueño del mayor número de colegios particulares privados (dificulto que existan colegios particulares pagados de un mismo dueño que tengan más alumnos que los colegios de la iglesia católica y sus diversas congregaciones). El señor Ezzati no es imparcial, es quien dirige al mayor operador educacional en Chile, y sería importante tener antecedentes de los recursos involucrados.
Así las cosas, querida Presidenta, con los dineros del Estado la Iglesia tiene colegios particulares subvencionados, y con los dineros de las familias más acomodadas financian sus colegios privados. Entonces, ¿no será razonable que la Universidad Católica se financie con recursos propios y así pueda gozar de la libertad suficiente para que quienes en ella trabajen puedan hacerlo “al límite de la ley”?. Es decir, cumpliendo las leyes que les acomoden y no respetando aquellas que, según declaran, les signifiquen un problema de conciencia institucional.
Para terminar, lamento recordarle que el proyecto que usted ha anunciado, dado que la Iglesia Católica tiene gran influencia sobre algunos de nuestros más importantes partidos políticos, es probable que no sea aprobada, y en consecuencia, el país se quede sin una ley que regule el aborto en los tres casos en cuestión.
No me extrañaría, ya que por idénticos motivos nos demoramos muchísimos años en tener una ley de divorcio y, más aún, un “Pacto de Unión Civil ” (que además cambió de nombre porque al mismo señor rector no le pareció adecuada su denominación).
La ciudadanía mirará con atención cómo se van resolviendo estas cuestiones y estará atenta al comportamiento de nuestros políticos y sus partidos.
Por ahora querida Presidenta, aproveche de descansar. Me temo que en marzo próximo le espera una ardua tarea.
Con mucho cariño.Carmela.
Cuídese mucho.”