La derecha política chilena hace un poco más de un año era derrotada política y electoralmente de manera contundente. El sueño de la sucesión y de romper la tesis “del paréntesis” se hace trizas. Desde ese momento comenzó un proceso de transformación que se venía insinuando desde hace largos meses y que podría describirse como de “re-fundación, ajuste, adaptación y/o re-estructuración”. Lo único claro era que había que cambiar; por lo menos, aparentarlo.
La crisis de la derecha –se ha llegado a afirmar que “no existe” y/o que “está muerta”- es el diagnóstico dominante. El desafío político era y es, por tanto, generar los cambios necesarios para adaptarse y ser competitiva en la nueva fase político-social del país.Eso es lo que ha realizado el sector durante el 2014. De hecho, sus proyecciones apuntan a que durante este 2015 debe estar materializada “en mínimos comunes, estructura y funcionamiento”. En definitiva, convertirse en un pacto político –y electoral- que culmine con un buen resultado municipal, con un proyecto país, con un programa de gobierno y con un candidato único surgido de “primarias”.
En consecuencia, en un año más, la derecha política debe estar en condiciones y lista para empezar dos años cruciales -2016 y 2017- en el que la competencia electoral define elecciones municipales, de Intendentes, de Consejeros Regionales, de Parlamentarios y presidenciales. Aún más, debería hacia mayo o junio del 2017 enfrentarse internamente en primarias. ¿Hará primarias el sector?
¿En qué condiciones esta la derecha para enfrentar estos eventos?
La derrota del sector en las últimas presidenciales y parlamentarias no sólo fue política y electoral, sino también ideológica. Política, porque perdieron la capacidad de conducción y liderazgo político; electoral, porque la derrota fue contundente; e ideológica, porque sus ideas se han debilitado y se ven enfrentados a una ofensiva “reformista”.
En consecuencia, sobre este piso no sólo han debido convertirse en una oposición que defiende el modelo, sino también han comenzado a generar condiciones favorables para sus proyectos y para volver a La Moneda. Como están las cosas –incluido caso Penta-, las posibilidades de volver al gobierno son nulas. Es más, el naufragio electoral podría profundizarse.
La apuesta del sector si bien está enfocada en convertirse en una coalición política amplia que se materialice durante el 2015, las mayores fichas están puestas en que el liderazgo de Bachelet se debilite y con ella sus apoyos políticos –la Nueva Mayoría y sus potenciales presidenciables- por efecto de un conjunto de reformas que van en contra del “sentido común”, sobre todo, de la clase media. De este modo, el fracaso de la “era de las reformas” es directamente proporcional a sus posibilidades de volver a La Moneda.Las encuestas y la desaceleración económica son sus principales aliados.
Para convertirse en coalición política no sólo necesitan programa y proyecto, sino también liderazgo. En ambas dimensiones también tienen problemas. El tema del liderazgo es complejo por cuanto el campo político del sector está altamente fragmentado. De hecho, este aspecto es uno de los cambios fundacionales que han ocurrido en el sector.
Pasaron de dos referentes –RN y la UDI- a cinco, a lo menos: UDI, RN, Evópoli, Amplitud,que parece cada día más lejos y el piñerismo.
Este último, sin duda, es el que tiene mayores posibilidades de articular y liderar al sector. Para nadie es desconocido el hecho de que el ex Presidente Piñera tiene voluntad de poder y la capacidad de liderar y conducir políticamente al sector. De hecho, en la escena pública hay un Piñera anterior y posterior al evento de Ranco a mediados de diciembre. Sus entrevistas posteriores lo confirman. Es más, la única posibilidad unitaria es bajo la conducción de Piñera.
No obstante, la dispersión es de tal magnitud y los conflictos tan profundos que las posibilidades de la unidad presidencial son mínimas. Piñera va dar la pelea. No cabe duda. También, ante tal desorden e incapacidad para conducir y articular, puede bajarse de la carrera. En ese escenario, todos a competir en una primera vuelta.
Por el lado del programa y del proyecto las cosas son menos complejas. No obstante, difíciles por cuanto hoy el sector no tiene nada. Todo lo gastó en su gobierno. De hecho, en su gestión construyeron programa, mas no, proyecto. Hoy deben hacer las dos cosas. Sin embargo, la “era de las reformas” ha ido generando un espacio ideológico para que el sector pueda reconstruirse desde el punto de vista político.
En efecto, frente a la oleada que han llamado de distinta manera, “estatista, socializante, colectivistas, igualitarista” y de muchos otros modos, han comenzado a refugiarse en una idea que tiene la capacidad de articular al sector, de darle identidad y de seducir a importantes sectores ciudadanos: la libertad.
Frente a un gobierno que reduce la “libertad de elegir” y ahoga el emprendimiento, tienen la gran posibilidad de construir una contrapropuesta que apunte a que el país recupere su “libertad”; es decir, la posibilidad de que los padres puedan elegir un colegio para sus hijos, limitados por la reforma educacional y los capitales pueden recuperar su vocación de generar riqueza, limitada por la reforma tributaria y la reforma laboral.
Sin duda, por este camino no sólo están las claves para el futuro posicionamiento político del sector, sino también para entender que la próxima contienda electoral –presidencial y parlamentaria- se define en función de si las reformas se profundizan, se consolidan o se revierten.
La batalla política seguirá siendo ideológica por cuánto estamos en una fase de transición en la que se definen los pilares del Chile de los próximos20 años.