Hoy el Litio nos otorga una oportunidad y un desafío nacional en múltiples dimensiones, que de hacer las cosas bien, nos pondrá en el centro del desarrollo energético mundial para las próximas décadas. Si consideramos que entre Chile, Bolivia y Argentina se concentra el 85% de las reservas mundiales de Litio en salmueras, y el 50% de las reservas totales de Litio, es evidente que tenemos que prepararnos para la promoción de una nueva industria nacional de tipo mundial, al igual que hoy lo es el cobre.
La producción mundial ha tenido un crecimiento sostenido desde el año 2004, pasando de 15.000 toneladas por año a 27.000. Esta situación se origina, entre otros factores, por el aumento en el precio del mineral, que pasó de US$ 2.500 por toneladas en 2004, a US$ 6.500 por toneladas, hoy; el 2010 y 2011 estuvo por sobre los US$ 5.000 la tonelada. Así, las proyecciones sitúan el precio de mediano plazo -hasta el 2020- entre los US$ 4.000 y 6.500 por toneladas.
Sólo tres empresas concentran el 77% del mercado mundial: SQM (ex Soquimich) con un 30% del mercado; Chemetall (que opera SCL), con un 28% y FMC Corporation, con un 19%.
Este nuevo escenario mundial -de mayor demanda por el Litio- nos exige pensar el desarrollo de un sector de la minería con reglas claras e instrumentos de fomento amparados en una política de Estado. Ésta no sólo debe incluir la extracción, sino también promover el desarrollo de una industria ligada a la explotación de este mineral, transformando al país en un líder en tecnología, incorporando una mirada de largo plazo.
Tenemos que combinar esfuerzos públicos y privados, incorporando a las universidades, centros regionales de desarrollo, gobiernos locales, la comunidad, y todos quienes estén interesados en participar o se vean afectados positiva o negativamente por esta nueva industria.
Debemos generar nuevo conocimiento, atrayendo a capital humano avanzado hasta nuestras regiones del norte, capacitando a nuevos trabajadores del sector, y vinculando la oferta educativa en todos sus niveles, para transformar al Litio en riqueza regional y nacional.
Es interesante pensar que todo lo anterior es posible, ya que Chile posee ventajas comparativas y competitivas no sólo por la cantidad de mineral concentrado y su bajo costo de explotación, sino también por la cultura minera que nos caracteriza como país.
Es menester recordar que el actual marco legal establece al Litio como un recurso estratégico no susceptible de ser concesionado a privados, refrendado en el Decreto Ley N°2886 de 1979, que reservó el Litio para el Estado; a su vez, en 1983 la Ley N°18.097 Orgánica Constitucional de Concesiones Mineras y el nuevo Código de Minería mantienen la reserva a favor del Estado, salvo “concesiones o contratos especiales otorgados por el Estado”.
Esta condición debe ser mantenida, en el sentido de la estrategia regional y nacional de desarrollo, porque como lo he señalado, Chile es uno de los países con las mayores reservas de Litio y como tal, requerimos de decisiones de largo plazo, independientes de coyunturas y urgencias políticas.
El Litio es de todas y todos los chilenos. No existe impedimento para que su explotación sea realizada por una empresa del Estado -y con ello no sólo incorporar más ingresos a las arcas fiscales por concepto de exportación de un commodities- si no también, tener la oportunidad de desarrollar una industria de alto nivel tecnológico.
En su oportunidad, dado su potencial industrial y económico, propuse la creación de la Corporación Nacional del Litio (CONAL) -símil de CODELCO- que garantice al país la obtención de las rentas de esta explotación minera, y que promueva la investigación y el desarrollo, agregando valor a la producción; exportando bienes finales de alto valor comercial y tecnológico; incorporando capital humano; avanzado e impulsando centros universitarios especializados. He visto con satisfacción que la propuesta de la comisión asesora presidencial, va en este sentido, reconociendo la relevancia estratégica del Litio para el futuro.
Espero que tengamos un amplio debate y con altura de miras, observando siempre el bien común por sobre los intereses particulares. Así, podremos contar con una importante y nueva industria para Chile.